Realizar el relato de esta experiencia implica de algún modo materializar la palabra, es un desafío a la reflexión y resignificación de las
prácticas profesionales, en un contexto sociohistórico, en ese tiempo y en ese espacio...
Y es en ese tiempo y en ese espacio, es que se preguntaron ¿cómo escriben nuestros alumnos?. La pregunta transita y conduce a terrenos más profundos, implica pensar –pensarnos– en los códigos socialmente establecidos, en las categorizaciones.
Así entendido, el relato se convierte en producción constructiva, encierra aspectos que remiten al campo de las marcas identitarias, de las
frustraciones, de la relación y del encuentro con el otro; vuelve complejas las dimensiones de la subjetividad.
A principios de año, dentro del proyecto de la jurisdicción “Habilidades para la vida”, en esta escuela, se acordó trabajar en el Área del Conocimiento de Lenguas y su función fundamental: la comunicación.
Se desplegaron proyectos de aula tendientes a favorecer la lectura y la escritura.