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Jueves, 25 Junio 2020 17:27

Recomendados. EL CEREBRO LECTOR.

EL CEREBRO LECTOR. Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia. 

DEHAENE, Stanislas (2014). Buenos Aires: Siglo XXI editores. Colección Ciencia que ladra... Serie mayor.

Publicado en Revista 139

¿A qué hacemos referencia cuando decimos aprender a dividir y a multiplicar con alumnos del siglo XXI?
Aprender la multiplicación y la división implica ser capaz de utilizarlas en diferentes situaciones, relacionarlas, “poner en juego” algunas de sus propiedades, establecer vínculos con el sistema de numeración, tener a disposición un repertorio de cálculo amplio y resolver el algoritmo.
Su enseñanza encierra, entonces, una serie de aspectos todos importantes y necesarios, que requieren de la planificación de un recorrido didáctico
pleno en desafíos que habilite, tal como lo plantea Kincheloe (2001) –adhiriéndose al pensamiento de Gregory Bateson– “la danza de las partes interconectadas”.
Habitualmente se pensaba que la multiplicación y la división eran contenidos propios de segundo grado, y su enseñanza estaba centrada en los algoritmos y en las tablas. En otro momento, si bien se mantuvo el foco en la resolución de la “cuenta”, a partir de distintas investigaciones se
generalizó la idea de que era el niño quien debía desarrollar estrategias propias para resolver situaciones de multiplicación y de división, restándole
importancia al algoritmo convencional. Lo importante era que pudiera dividir o multiplicar.

En este artículo nos proponemos centrar la mirada en las intervenciones que debe realizar el docente para hacer evolucionar esas estrategias
primarias de resolución –muy ligadas a la situación que las origina– hacia otros procedimientos más generales, menos transparentes, a los que el alumno pueda recurrir cualquiera sea la situación planteada. Nos interesa potenciar la resolución de situaciones de división a través de procedimientos comprendidos por quienes los lleven a cabo, de manera que esas estrategias resulten verdaderas herramientas en las que se pone en juego el pensar numéricamente.

Publicado en Revista 139

Las instituciones educativas del siglo XXI asisten desde hace algunas décadas a un profundo y generalizado cambio, el cual es visible
en todos los contextos en los que transcurre la enseñanza.
Este cambio refleja, en las aulas, las sustanciales modificaciones que está experimentando la sociedad: la confluencia de diversas culturas,
la existencia de múltiples capacidades, la pluralidad de intereses, necesidades y motivaciones.
En definitiva, existe una diversidad de diversidades, la que se refleja en la forma en que cada alumno aprende.
En este contexto, el reconocimiento de las diferencias en el alumnado es no solo una característica, sino un valor y un derecho fundamental
de las personas y de los colectivos.
El modelo de la diversidad parte del reconocimiento de la singularidad de todos los alumnos, a quienes se deben proporcionar todas las
ayudas, tanto individuales como a la comunidad educativa que los incluye (dimensión ontológica).
Se sustenta en la concepción de los derechos humanos, en el reconocimiento de “lo común” y en el respeto por aquello que determina también
características propias, las que nos hacen distintos a unos de otros (dimensión axiológica).
Finalmente, desde una dimensión metodológica, este modelo reconoce que el contexto debe ser el responsable y el generador de los apoyos, para garantizar las condiciones de equidad que permitan el acceso igualitario a la participación en la vida comunitaria y en el aprendizaje. 

Promover una enseñanza de calidad, desde el modelo de la diversidad, exige un esfuerzo en el que deben confluir prácticas y compromisos de diversos sectores (políticos, sociales, culturales, educativos) y exige también una manera diferente de pensar la enseñanza, estableciendo planteamientos didácticos que reconozcan la diversidad de los alumnos que pueblan las aulas y promuevan estrategias en el  proceso de enseñanza, dando cabida a la diferencia, favoreciendo respuestas flexibles en contextos educativos cada vez más diversos.

Publicado en Revista 137

Nos encontramos en un siglo XXI multifacético y controversial, con avances en la consagración de derechos, y mejoras en la calidad de vida, coexistentes con profundas transformaciones sociales, inequidades, injusticias y violencias, que impactan en la convivencia social.
En este escenario, un gran desafío de la educación es participar de las transformaciones promoviendo relaciones que fortalezcan el entramado
social, la paz, la justicia, la igualdad y la esperanza, fundadas en el amor y el reconocimiento de las diferencias y la alteridad.

Esta complejidad, si bien reconocida y compartida, no ha encarnado lo suficiente en las prácticas pedagógicas como para impulsar análisis
que impacten en la disminución de prácticas simplificadoras que es necesario superar, tanto como evitar perspectivas desesperanzadoras
o inmovilizantes.

Se requiere que nos propongamos dimensiones de análisis que nos permitan aportar al pensamiento colectivo, sin el cual no se producen
las transformaciones necesarias.
Es en este sentido que elegimos problematizar algunas de las inconsistencias entre los discursos, las declaraciones de derechos y las
prácticas pedagógicas, y repensar la noción de igualdad en su vínculo con la diversidad, el reconocimiento de las diferencias y la alteridad en
el transcurso de un proceso del cual los docentes formamos parte.

Publicado en Revista 135

De “Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño” Emilia Ferreiro y Ana Teberosky. Editorial Siglo XXI – 1979.

Nuestro objetivo será mostrar en los hechos, la pertinencia de la teoría psicogenética de Piaget y de las conceptualizaciones de la psicolingüística contemporánea para comprender la naturaleza de los procesos de adquisición de conocimiento acerca de la lengua escrita, ubicándonos por encima de las disputas acerca de los métodos de enseñanza, pero teniendo como fin último el de contribuir a solucionar los problemas de aprendizaje de lecto-escritura en América Latina, a evitar que el sistema escolar siga produciendo futuros analfabetos.                                                                                                                                     

En el siglo XXI no puede concebirse una educación integral sin la inclusión de las artes en los programas de enseñanza y en las prácticas educativas. En ese sentido, en los últimos años se evidencian en nuestro país importantes avances en la educación formal, con el propósito de resignificar el lugar de las artes en la educación.
En el Instituto Uruguayo de Educación por el Arte – Taller Barradas creemos firmemente en la posibilidad de diseñar intervenciones por medio de las cuales acercar los ámbitos formales y no formales de la educación en relación a la enseñanza de las artes, con el propósito de capitalizar ambas experiencias.

Basados en esa convicción acudimos a la convocatoria de diversas instituciones, públicas o privadas, para generar espacios de formación a los docentes y de apoyo a los proyectos institucionales en el Área del Conocimiento Artístico.
La experiencia que se presenta a continuación forma parte de esa línea de acción.
En este caso concreto, el trabajo conjunto se plasmó en la inclusión de dos talleristas de artes plásticas como apoyo al equipo docente de una escuela pública durante algunos meses del año.
Estamos convencidos de que al mismo tiempo que las talleristas desarrollaban el trabajo planificado con los niños y las niñas, se logró fomentar en el colectivo docente la reflexión sobre los contenidos y las metodologías del Área del Conocimiento Artístico, con particular énfasis en la elaboración de propuestas que permitan promover el desarrollo de las posibilidades expresivas, incrementando el trabajo creativo y colectivo por medio de la exploración y la experimentación.

Publicado en Revista 125

Durante la segunda mitad del siglo xx, en la educación predominó una visión neoliberal y economicista con el propósito de formar seres humanos competitivos y productivos. Para dicha concepción, los campos de conocimiento y sus disciplinas son objeto de diferentes valoraciones, las Ciencias Sociales y el Conocimiento 
Artístico ocupan los lugares más bajos de la escala. Durante las últimas décadas de dicho siglo, y aún hoy, cuando resurgen estas ideas bajo el rótulo de “pruebas internacionales”, por ejemplo, quienes adherimos a una visión humanista de la educación nos sentimos parte de una corriente de resistencia.

El siglo XXI trajo “buenas nuevas” para nuestro país; entre ellas, la inclusión de la Educación Artística como uno de los ejes transversales de la “Ley Nº 18.437. Ley General de Educación” y como una de las Áreas del Conocimiento del Programa de Educación Inicial y Primaria. Año 2008 2. Sin embargo, esta condición necesaria para la promoción de cambios en las relaciones existentes entre el arte y la educación no resulta, por sí sola, suficiente.

La primera tarea que nos reclama entonces, de forma imperiosa, es la necesidad de analizar, organizar y sintetizar un cúmulo de ideas y de pensamientos, generados en el marco de variadas experiencias desarrolladas en las últimas décadas dentro y fuera de la escuela, rescatando lo más valioso de cada una de ellas para integrarlo en los procesos de análisis y sistematización.

Publicado en Revista 125
Domingo, 05 Marzo 2017 23:27

El arte de los ruidos

Luigi Russolo (1885-1947) fue un pintor y músico italiano considerado el primer compositor de música experimental de la historia por sus “conciertos de ruidos”, realizados en Italia entre 1913 y 1914, y en París en 1921. Se encuentra entre los precursores de la música electrónica.
Sus temas musicales giraban en torno a la ciudad industrial. Entre sus obras más significativas se encuentra “Los Relámpagos” (1909-10).
En 1910 firmó el “Manifiesto Futurista” y tuvo una participación activa en este grupo. Sus pinturas no alcanzaron reconocimiento, pero su máquina de ruido, llamada el Intonarumori (“entonador de ruidos”), fue conocida y muy criticada en su época.

La línea de pensamiento y de acción, planteada desde tiempo atrás por Luigi Russolo y sus seguidores, se multiplicó en los últimos tiempos como una forma de diálogo entre los habitantes de las ciudades y su entorno natural y urbano para instalarse definitivamente en el siglo XXI.

Se muestra en este artículo, la pertinencia de desarrollar propuestas de enseñanza del Área del Conocimiento Artístico (Música) que favorezcan la exploración, el conocimiento, la experimentación, la producción y la apreciación de las sonoridades del entorno que los niños habitan.

Publicado en Revista 122

En la actualidad, se presenta como una necesidad el dar un vuelco a la enseñanza de los contenidos geográficos, pasando de una enseñanza descriptiva, enumerativa, enciclopédica y descontextualizada con las problemáticas reales de la comunidad, donde prima la promoción de lo memorístico y repetitivo, a una enseñanza que deje al desnudo cuestiones como la dependencia y la sumisión, las graves problemáticas socioterritoriales, las rápidas transformaciones territoriales, y promueva la reflexión y un verdadero compromiso hacia lo social.

Se pretende una enseñanza crítica o democrática que permita una visión global de la realidad social, introducir la perspectiva histórica en el análisis de las dinámicas territoriales, adoptar una actitud crítica hacia la injusticia y la desigualdad en las sociedades actuales, incluir a todos aquellos grupos tradicionalmente omitidos en los análisis científicos (minorías étnicas, mujeres, homosexuales, etc.), educar en el respeto por las diferencias y estimular el conocimiento de la propia identidad.

En pocas palabras, se habla de una educación para la libertad, para el (auto y co) conocimiento, para la reflexión, para la acción, para la vida.

Publicado en Revista 119

Para los docentes, inmersos en la sociedad de hoy, se hace necesario fomentar una mentalidad y una actitud resilientes, que de manera creativa animen a nuestros alumnos a saber sobrellevar situaciones familiares encarnadas en escenarios de tensión como la violencia intrafamiliar, el abuso en sus variadas representaciones, el empobrecimiento, entre muchas otras.

En esta sociedad fragmentada del siglo XXI, el docente debe ser un modelo de que otro mundo (alejado de esta realidad de pobreza y desamparo) es posible.

¿Qué puede hacer un docente para favorecer la resiliencia? Y más precisamente, ¿es posible "revertir" las situaciones personales que atraviesan nuestros alumnos? ¿Cómo, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, las personas se pueden desarrollar psicológicamente sanas y con éxito? ¿Cómo es posible que alumnos provenientes de los "crecientemente castigados sectores populares", obtengan buenos resultados escolares? ¿A qué se debe que unos niños desarrollen la capacidad de resiliencia y otros no?, ¿el docente podrá favorecer este proceso?, ¿cómo debería actuar para ello?

A partir de estas cuestiones se pretende plantear algunas reflexiones acerca de cómo el docente -como uno de los factores que puede favorecer la resiliencia- logra potenciar esto en sus alumnos, y qué prácticas realizan para ello.

Publicado en Revista 115
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