Este artículo es diferente, porque en él compartiremos algunos aspectos de nuestro funcionamiento interno. Todo comenzó cuando fue
necesario seleccionar cuatro contenidos programáticos que conformasen una posible secuencia institucional en la enseñanza de la Mecánica. La
fuerza de gravedad nos parecía clave, pero el alumnado con el que habíamos trabajado fuerzas a distancia, como campo conocido sobre el cual
construir una analogía para comprender fuerza gravitatoria, recién comenzaba tercer grado. Decidimos buscar otro recorrido y es el que les presentamos en sus líneas fundamentales.
Este concepto que parece ser uno de los más sencillos a trabajar desde la Física escolar, y de hecho es uno de los que más aparece en
propuestas específicas de enseñanza, encierra cuestiones que marcan una enorme complejidad, muy lejos del sentido común que lo limita
y simplifica a “la fuerza que atrae a los cuerpos hacia la superficie de la Tierra”. Por ello, si pretendíamos enseñarlo con todas las implicancias
que encierra, debíamos tener bien claro qué es y cuáles son las ideas clave para su comprensión.
Un camino era conocer la historia del concepto.
«El concepto de gravedad ha evolucionado desde lo más concreto relacionado con la experiencia sensorial inmediata (la caída de los graves), hasta una concepción muy abstracta (deformación del espacio-tiempo) que no tiene ningún tipo de relación directa con la experiencia humana sensorial concreta» (Camino, 2006:78).
Enseñar a niños de cuatro y cinco años los criterios que usan los físicos para reconocer si algo se mueve o no y cómo se está moviendo,
no es tarea sencilla. Estos contenidos claramente descriptivos son, en realidad, instrumentos intelectuales que nos permiten “leer” distintos
movimientos en nuestro entorno.
Los aportes recogidos del análisis histórico epistemológico nos permitieron diseñar una propuesta didáctica que, si bien respetaba las tres ideas epistemológicas implícitas en estos movimientos, proponía algunas adecuaciones (cf. Adúriz-Bravo et al., 2014).
Al pensar la enseñanza, una de las discusiones se centró en comprender la secuenciación entre los contenidos de cuatro años (El movimiento
a lo largo de una trayectoria. El movimiento y el reposo) y cinco años (Las trayectorias rectas y curvas). Había una clara lógica disciplinar, clasificar las trayectorias de los movimientos requería una descripción y una caracterización previas. Pero ¿se debía mantener esa secuenciación? ¿Era posible abordar en cuatro años la relatividad entre movimiento y reposo?
Teníamos muchas dudas.
Nuestros acuerdos pasaron por construir el contenido a enseñar, analizar obstáculos y posibles dificultades, diseñar actividades prototípicas,
definir estrategias de intervención y recursos, considerar el movimiento tanto en los seres vivos como en objetos, propiciar el hablar ciencias...
“¿Para qué sirve la Física?”, “Dónde uso los conocimientos de Física que aprendí en la escuela?”, “¿Por qué tengo que aprender Física?”.
Preguntas como estas son frecuentemente dirigidas a profesores por parte de alumnos inquietos, aburridos o descontentos con la Física
que se les enseña en las escuelas. La intención de este texto no es responderlas enfatizando ideas que puedan remitirse a criterios personales o individuales, lo que quiero es colocar en escena aspectos de la enseñanza y del aprendizaje de la Física que aporten oportunidades de reflexión a nuestro trabajo de docencia. Otro objetivo, aun mayor, es generar la posibilidad de construcción de nuevos abordajes para la Física llevada a la escuela, de modo tal que la enseñanza de la Física gane en sentidos y significados relevantes para los alumnos. De esta manera se espera que preguntas como las que abren este texto dejen de existir, no porque no sean importantes, sino porque ya estarán respondidas entre los estudiantes.
A lo largo de este texto me propongo considerar aspectos epistemológicos y didácticos que tienen su influencia en la enseñanza de la Física,
y también evidenciar otros tantos elementos que es necesario considerar a la luz de la realidad contemporánea. Con tal fin organicé la discusión en cuatro puntos centrales, con los cuales en la sociedad actual pretendo realizar una breve inmersión sobre un mismo tema: la Física como disciplina escolar.
Comenzamos por evaluar la Física en la sociedad actual, pasando a explicitar aspectos de la Física como disciplina curricular, y de las relaciones
entre la Física y la escuela para, finalmente, formular algunos comentarios acerca de las contribuciones de la enseñanza de la Física a la formación de los individuos y de cómo hacer de esta perspectiva una práctica escolar.
TRABAJOS GANADORES DEL CONCURSO 2018
El tribunal del Concurso de Trabajos Pedagógico-Didácticos 2018, conformado por Leticia Albisu, Shirley Ameigenda, Alba Grieco y Ana Laura Lujambio, reunido el 15 de noviembre de 2018, resuelve otorgar dos premios de acuerdo al siguiente detalle:
PRIMER PREMIO: 8M en la Escuela. Una mirada a las mujeres.
Seudónimo: Rowan Atkinson
Mtra. Nathalie Puga, Elisa Michelena, María Cousillas, Marie Etcheveherre, Adriana González, Leticia Prieto- Montevideo
SEGUNDO PREMIO: Nuevas miradas a la clase de historia: un lugar para la imagen, el humor y los sentimientos. Seudónimo: Aragua
Mtro. Vicente David Foucault González- Salto
Se otorgan, además, dos menciones especiales a trabajos que, por sus valores, podrán ser publicados en la revista durante el año 2019. El tribunal deja constancia de que, en caso de ser publicados, podrán ser objeto de algunos ajustes.
MENCIONES
Mtra. María Ana Ipar Dematté – Salto
Seudónimo: Posibilidad
Mtra. Beatriz Rodríguez Ascarate- Montevideo
N. de R.: Los premios se entregarán en acto público, en fecha a determinar, la que será informada directamente a los beneficiarios. Los autores de los artículos que obtuvieron Mención, percibirán $ 5000 (cinco mil pesos uruguayos) con posterioridad a la distribución de la revista donde aparezca su contribución.
Como equipo de investigación centramos nuestro trabajo en reflexionar sobre las prácticas de enseñanza. Todo comienza con un estudiar y trasponer, elaborar y adecuar para llevar al aula, documentar y analizar para volver a pensar sobre lo hecho. Explicar y compartir lo vivido con nuestros alumnos, intercambiar, es la esencia de cada jornada.
Presentamos el aporte desinteresado de Lúcia H. Sasseron, Licenciada en Física, Doctora en Educación de la Facultad de Educación de la Universidad de San Pablo. Con su trabajo, escrito especialmente para QUEHACER EDUCATIVO, abrimos la selección de artículos sobre enseñanza de la Física.
Presentamos luego una secuencia institucional conformada, a su vez, por secuencias de nivel o de grado, que abarca de cuatro años a sexto
grado. En ella compartimos parte del trabajo realizado sobre contenidos de Mecánica.
“Robotizando la Física” se implementó buscando integrar la enseñanza de la Física con la robótica educativa, abordando en un quinto grado
el contenido “las máquinas simples”. Dicho contenido lo encontramos dentro del programa escolar en tercer grado, pero debemos recordar
que se encuentra implícito en los grados siguientes.
De todos modos se aborda el contenido en un nivel de complejidad mayor, controlando el grado de profundización del saber pertinente
para un quinto grado.
Con “Robotizando la Física” se busca que el niño se acerque a través de la robótica educativa, en un entorno guiado, motivador y lúdico,
de una manera diferente a lo que acostumbra a ver, y genere así avances en sus representaciones sobre las máquinas simples. Esto le da al
niño la posibilidad de tener mayores herramientas para construir los conceptos.
El uso de la robótica educativa en la enseñanza de la Física, para complementarla así como para potenciar un modelo educativo más activo y dinámico, es probablemente el reto más importante...
A lo largo de este trabajo, los niños fueron realizando diferentes proyectos de modelos robóticos.
Cuando examinamos la enseñanza de la matemática resulta evidente la preponderancia de la transmisión de una serie de pasos para resolver
diferentes ejercicios, donde se prioriza el resultado, la respuesta correcta que, desde nuestro punto de vista, es importante pero no suficiente
para aprender matemática.
Parecería que los algoritmos son la puerta de entrada a los contenidos matemáticos. Si consideramos que: «Hacer matemáticas es
un trabajo del pensamiento que construye los conceptos para resolver problemas, que plantea nuevos problemas a partir de conceptos así
construidos, que rectifica los conceptos para resolver problemas nuevos, que generaliza y unifica poco a poco los conceptos en los universos
matemáticos que se articulan entre ellos, se estructuran, se desestructuran y se reestructuran sin cesar» (Charlot, 1986), los algoritmos conforman una pequeña parte del aprendizaje de la matemática en la escuela, y la potencialidad de ellos radica en poder establecer relaciones y entender su funcionamiento en relación a las razones matemáticas que los sustentan.
La enseñanza de los algoritmos no solo implica saber el mecanismo, sino establecer las relaciones internas, su funcionamiento así como otros aspectos que son esenciales para la construcción del sentido de las operaciones.
En el alba de nuestra independencia no se hablaba de literatura para niños y, de acuerdo con un criterio de documentación oral o escrita,
se podría afirmar que tampoco poseíamos material de origen autóctono para esos destinatarios.
Las primeras manifestaciones son un fenómeno de transculturación (clásica, española, francesa) que, de una forma directa o indirecta, propone
la temática de una posible literatura infantil. La dominación española tuvo, por diferentes razones, un enfoque distinto en cada una de las regiones conquistadas.
En la Banda Oriental, el siglo XIX se inició con escasa tradición cultural. El primer librero se instaló en San Felipe, hoy Montevideo, a fines del siglo XVIII, y la primera biblioteca pública se estableció en 1816. Los centros de enseñanza y difusión cultural se fundaron con retraso (en 1743, en un Memorial que envió el Cabildo al rey decía que funcionaba una escuela de los Padres Franciscanos, y recién en 1793 se creó la Casa de Comedias). La imprenta hizo un pasaje fugaz con los ingleses, y la de 1810 fue regalo de Carlota de Borbón para difundir ideas contrarrevolucionarias.
No hay un interés cultural y sí un riguroso control de ingreso de lecturas para impedir la difusión de las Nuevas Ideas. Sin embargo, en un inventario de 1790 figuran libros de carácter liberal, como la Enciclopedia, algunos volúmenes de Montesquieu y Voltaire. Con respecto a la Literatura Infantil solo podemos consignar los nombres expuestos que configuran un esbozo del género, y van marcar el camino que hará eclosión en el siglo XX.
Es de destacar la importancia que reviste la incorporación del Área del Conocimiento Artístico en la nueva institucionalidad, dado que ofrece a los docentes la oportunidad de transitar por trayectos de vivencia, reflexión y teoría sobre la enseñanza de esta área.
¿Por qué es importante enseñar Geología en la escuela? Para dar respuesta a esta pregunta debemos precisar qué estudia, a grandes rasgos,
la Geología como ciencia: los procesos geológicos y sus productos (por ejemplo, un mineral como el talco, las montañas o el fondo oceánico).
En este escenario es importante tener presente que casi todo lo que nos rodea proviene de esos productos geológicos. Para ejemplificar lo que precede imaginemos esta situación: si encontráramos un cortometraje sobre la desaparición paulatina de todos los materiales elaborados a partir de esos productos en una ciudad, observaríamos cosas como estas: la caída y posterior desvanecimiento de los edificios, la desintegración de todo medio de transporte artificial, la desaparición de la vestimenta de las personas y tal vez... la desaparición de nosotros
mismos; en realidad, la ciudad entera (o casi su totalidad) desaparecería.
Escolarizar esos contenidos disciplinares (hablamos ahora de la geología escolar) implica, entre otras cuestiones, Isostasia, su relación con la construcción y destrucción de productos geológicos. Una propuesta de enseñanza promover el conocimiento del origen de los procesos geológicos y sus resultados (productos geológicos). Es decir, enseñar Geología implica, entre otros contenidos, habilitar espacios para: (1) el conocimiento y la comprensión del aspecto geológico de la dimensión física del ambiente, (2) su relación con otros aspectos de esa dimensión, (3) su vinculación con otras dimensiones ambientales (por ejemplo: la social); todo ello para la formación de un ciudadano y una ciudadana críticos y conscientes de su papel como, empleando el recurso metafórico, seres geológicos (influyentes en los procesos geológicos e influenciados por los mismos). El acercamiento de los niños y niñas en la escuela a contenidos geológicos permite la aprehensión de ciertas herramientas analíticas (conceptuales y metodológicas) para una lectura de la realidad ambiental. Hacemos referencia al aprendizaje de saberes científicos que generan un desarrollo intelectual específico, un pensar científicamente sobre esa realidad (Dibarboure, 2009).
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