El medio rural vive un proceso de cambio en la producción agrícola y ganadera, que modifica la distribución y la concentración de la población. Como consecuencia, el número de alumnos en las escuelas rurales sufre variaciones según la localización de la ocupación de los padres.
A los maestros y a las familias les preocupa la posibilidad de que se cierren escuelas rurales, escuelas siempre necesarias en primer
término para los alumnos, pero también para la comunidad. Cerrar escuelas rurales implica desconocer esta realidad.
Es este un problema social que como tal incumbe a toda la sociedad. Así lo manifestaron los maestros y maestras presentes en el
encuentro realizado en la sala de reuniones de la revista QUEHACER EDUCATIVO.
En este número publicamos el texto de las intervenciones de las docentes convocadas: Maestra Directora Alejandra Dego, Maestra Paola Da Silva, Maestra Directora Mariángeles Bugani y Maestra Margot Espino.
Desde muy pequeños, los niños deben hablar, realizar junto con otros compañeros del jardín la propuesta que les hace la docente que no es quien todos los días está en el grupo. Esta propuesta genera entonces muy buenas oportunidades de comunicación. Se puede planificar
la narración de cuentos o historias por parte de los niños, la descripción como estructura distinta a la narración, el diálogo entre personajes
y el diálogo entre ellos, es decir, repetir parlamentos memorizados o dialogar en una conversación entre pares. Se cumplen estos
procesos, todos insertos en muchas situaciones en las que el verbo pensar es fundamental; ninguno de estos procesos se da sin pensar y es
necesario que se reivindique este verbo en la Educación Inicial.
El presente artículo pretende compartir los reiterados esfuerzos realizados por el personal docente, para generar otras formas de ser y de
estar en el Jardín de Infantes.
Algunas de ellas las hemos llevado adelante con muchas satisfacciones y en forma sistemática; otras, quizás con más dificultades pero con
las mismas ganas de incursionar en nuevas prácticas, que nos permitan generar nuevos espacios para enseñar y aprender. Una búsqueda que tiene que ver con el encuentro y el trabajo colectivo, junto a una fuerte apuesta a poner en práctica instancias donde circulen los saberes y los vínculos, una búsqueda de un formato propio.
Muchas son las instituciones que han modificado algún aspecto del formato escolar. Según Terigi y Perazza (2006), estas modificaciones
refieren al tiempo que se pasa en la institución, a la organización de los grados, al uso de los espacios o a las formas de integración de la comunidad; elementos comunes a todas las instituciones educativas pero que, al organizarse de otro modo, producen nuevas formas de ser y de estar en esa institución.
«...numerosos estudios han mostrado que estos rasgos tienen consecuencias en el modo en que se organiza la vida cotidiana de quienes asisten a la escuela en calidad de alumnos. Más aún, contribuyen fuertemente a determinar el significado de la experiencia...» (Terigi y Perazza, 2006:2)
La experiencia aquí narrada pretende recoger el espíritu que ha signado a la propuesta pedagógica del jardín desde sus inicios, una
educación para todos, atendiendo a las necesidades afectivas, intelectuales, vinculares de cada niño o niña, apostando a la singularidad
de cada uno, a su derecho a ser reconocido como persona única, especial, diferente. Leer las necesidades de niños y adultos, y atenderlas,
se transforma en nuestro principal desafío como educadores.
Sobre la base de esa lectura de la realidad y convencidas de que el aprendizaje es una construcción que se potencia a partir de las interacciones con los otros, es que comenzamos a organizar el aula en talleres internivelares.
Entendemos que cada taller es una oportunidad especial para promover el desarrollo emocional y cognitivo de nuestros niños y niñas, además de una excelente oportunidad para descentrarse, intercambiar y flexibilizar la práctica.
En esta presentación la autora busca compartir algunas reflexiones, aportes y experiencias vividas fundamentalmente en un Jardín de Infantes de Montevideo, y revalorizar aspectos considerados fundamentales a la hora de pensar nuestras prácticas docentes y las experiencias que habilitamos a nuestros niños desde el jardín.
Agradezco especialmente los espacios de intercambio que se han generado, fundamentales para la profesionalización docente y la valorización
de la educación inicial. En esta época de crisis en la formación docente, con prácticas “de visita” y evaluaciones acotadas a Lenguas y
Matemática, parecería que se está olvidando la especificidad de esta etapa educativa tan valiosa en todos los aspectos que forman al ser humano.
Parte de nuestro rol es compartir miradas y pensar juntos los caminos que, fruto de la formación y la reflexión, queremos recorrer.
Hacer posible un diálogo real entre Educación Inicial y Educación Común implica la construcción de una propuesta educativa que
permita a los niños y niñas habilitar la participación de experiencias compartidas, sin desconocer la especificidad de cada área en los diferentes
campos del conocimiento.
Y hablando de construcción es necesario considerar un marco organizativo común entre ambas en lo que se refiere a espacios, tiempos,
recursos didácticos, forma de agrupamiento de los alumnos para la realización de propuestas didácticas que favorezcan un ámbito interactivo
entre ellos, pensado desde los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Deberíamos pensar un accionar educativo que les permita a los niños y niñas habilitar su participación en experiencias compartidas, sin
desconocer la especificidad de cada área y de los campos de conocimiento. Esto implica una visión de enseñanza potente que propicie aprendizajes significativos, basada en una estrategia que favorezca los aprendizajes con el objetivo de asegurar la continuidad entre los niveles educativos y simultáneamente en la unidad y la diversidad del sistema educativo.
Desde esta perspectiva se podrían generar ambientes enriquecidos, diseñar intervenciones docentes, reconocer expresiones culturales diferentes
y ampliar espacios compartidos (Méndez y Córdoba, 2007).
La sociedad en general, y los actores del sistema educativo en particular, han construido a lo largo del tiempo una serie de preconceptos en
relación a la Educación Inicial y sus propuestas de enseñanza. Algunas familias, por ejemplo, todavía piensan que los niños y niñas de tres,
cuatro y cinco años concurren al Jardín de Infantes, o a los grupos que funcionan en las escuelas, para pasar el rato cantando, dibujando
y jugando con amigos de su misma edad. Algunos actores del sistema educativo, desde diferentes funciones, cargos y jerarquías, piensan
lo mismo y/o pretenden, abierta o veladamente, que las prácticas del nivel asuman algunas de las características de la educación primaria,
para que los niños y niñas pequeños dejen de perder el tiempo jugando en lugar de utilizarlo en prepararse para la escuela.
En el otro extremo se encuentran aquellos que, por formación o convicción, defienden los significados y sentidos, que dotan de identidad
al nivel inicial en los intensos procesos de aprehensión del mundo por los que transitan los niños y niñas pequeños considerando, además,
que resultan de aplicación en los otros niveles del sistema educativo.
Durante el presente año, FUM-TEP celebra sus primeros setenta años de vida.
Como organización sindical que reúne a los trabajadores de la Educación Primaria pública, hemos aceptado el desafío de contribuir al
desarrollo profesional de los maestros a través de actividades organizadas por la revista QUEHACER EDUCATIVO.
Así surge la propuesta de realizar un ciclo de Mesas Redondas que se desarrollaron durante los meses de setiembre y octubre, abordando
temas vinculados a Educación Inicial, Educación Rural, Educación e Igualdad. Las exposiciones de los docentes convocados fueron
filmadas, y se encuentran disponibles en el canal QUEHACER EDUCATIVO al cual se accede a través de la página web de FUM-TEP o el canal de youtube del Quehacer Educativo: https://www.youtube.com/channel/UClMxy_hJHEmxz-gtWg2NSkw/videos
Casi 47.000 docentes han sido convocados por la Corte Electoral para elegir el 18 de noviembre de 2015 a sus representantes en el CODICEN de la ANEP y en tres de los cuatro Consejos que rigen los distintos niveles de nuestra Educación Pública. Es la segunda vez que ello ocurre, por mandato de la Ley General de Educación. Considero que esa instancia es de importancia fundamental en la vida del país. Confirma la justicia de una larga lucha de los educadores uruguayos.
Al ejercer el derecho al voto, cada uno de los docentes ratifica su compromiso con la condición participativa propia de nuestra educación.
Las formas que las violencias vividas por los adolescentes y jóvenes han adoptado en el país han sufrido grandes modificaciones en los últimos veinte años. Nos concentramos aquí en aquellas que se vinculan a los problemas de convivencia y al conflicto escolar en el ámbito de la enseñanza media básica en Uruguay.
Efectivamente, los centros de enseñanza constituyen espacios en los cuales el conflicto y la violencia son tramitados permanentemente.
En la mayoría de ellos se observa la naturalización de la figura del adolescente violento, como causante del conflicto escolar. Asimismo,
crece paulatinamente la separación del centro educativo y de la comunidad, separación que se agudiza con los actos de violencia que algunos
padres tienen contra los docentes.
Lo que procuraremos mostrar es la relación existente entre respuestas individualizantes (sanción, expulsión, derivación) y la consolidación
de prácticas que sitúan en el adolescente peligroso y su familia las causas de la violencia escolar. Malos resultados, exclusión escolar, construcción de la figura de adolescente peligroso, y separación de la comunidad y de los padres, constituyen los ejes en que se juega y expresa el conflicto educativo. En este escenario focalizamos algunas posibilidades que la participación ofrece, a pesar de las dificultades
que algunos dispositivos basados en ella puedan presentar.
Consideramos que la violencia en la educación y el conflicto social se comprenden con mayor claridad, cuando partimos de una perspectiva
centrada en las dinámicas institucionales de que se alimenta el conflicto escolar. Ello evita el riesgo de caer en el simplismo de adjudicarle
al adolescente o a los padres “violentos” –en cuanto figuras recurrentes en que los actores educativos sitúan la culpa de un cotidiano escolar surcado de desencuentros– la responsabilidad de la violencia que se quiere erradicar.
La importancia de indagar en el tema propuesto radica en que los problemas de violencia escolar dan cuenta de fenómenos clave de la dinámica contemporánea de la exclusión educativa. Específicamente, comprenderlos supone explicar cómo se construye el proceso de exclusión escolar, de qué modo la institución participa del mismo y qué tipo de cultura política se va consolidando en la Enseñanza Media de cara a los nuevos desafíos que el mandato de universalización trae consigo.
De la reflexión del colectivo surge, a iniciativa de los docentes a cargo de los talleres de Danza y Educación Física, la organización de un taller a desarrollarse a partir de las 12:15 que contemple los intereses del alumnado, reorganice el espacio y el tiempo, y mejore el clima de convivencia.
Para la elaboración del Proyecto se tomó como punto de partida la situación problema, los objetivos del Proyecto Pedagógico Institucional
y de las Áreas del Conocimiento que involucra, los aprendizajes, intereses y opiniones de los niños, los recursos humanos y materiales
de que dispone la escuela.
Elaborada la propuesta “Muévete a tu ritmo”, se presenta a los alumnos en la modalidad de asamblea de niños. Los alumnos manifiestan
alto grado de aceptación y proponen diferentes ritmos que les gustaría interpretar.
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