Ponencia dictada en la Jornada “La enseñanza de la lengua en debate. Una mirada a la reflexión”, realizada el 29 de abril de 2016 en el Centro de Formación Permanente de QUEHACER EDUCATIVO.
Reunirse para problematizar representaciones y prácticas naturalizadas acerca de la enseñanza y el aprendizaje del lenguaje en el contexto de la Educación Primaria es un asunto para destacar. Y lo digo por varias razones fundamentales. La primera, porque diseñar la enseñanza lingüística del país no consiste en un conjunto de decisiones políticas ocasionales.
Lo que se decide organizar como un cuerpo sistemático de contenidos para formar y educar lingüísticamente a las nuevas generaciones que asisten al sistema educativo no concierne solo a la lengua, sino también al lenguaje. Aquí instalo entonces la primera precisión. Formamos personas haciendo tomar conciencia de las estructuras y funciones de la lengua y, al mismo tiempo, de los usos del lenguaje, diversos por su naturaleza y mejorados,
se supone, por efecto del trabajo escolar. La segunda cuestión tiene que ver con mi intención de aprovechar este espacio para desnaturalizar nociones ingenuas que transitan impunemente por el sistema de Educación Primaria y que se cristalizan en prácticas improductivas
para el desarrollo de las personas (o sea, los alumnos y sus maestros) en cuanto sujetos de lenguaje y sujetos de cultura. La tercera idea permite vincular la urgencia que reviste la organización de la enseñanza lingüística en dos espacios diferentes, pero concurrentes al fin: la escuela primaria y la formación de los futuros maestros uruguayos.
Estas tres cuestiones son, a mi juicio, constitutivas de un tema de política educativa y política lingüística, que reclama urgente atención cuidadosa.
En estas páginas, con la intención de compartir la experiencia transitada en distintos espacios de trabajo, volveremos sobre ciertos aspectos de la tarea de enseñar que seguramente no son nuevos, pero sí centrales para hacer una relectura de las prácticas habituales y reinventar así nuestras propuestas para promover mejores aprendizajes. En la búsqueda de reconstruir para nuestros alumnos el sentido de los conocimientos matemáticos que van aprendiendo, nos ha inquietado delinear una estrategia que nos permita ir generando con ellos una red de relaciones entre las nociones que van aprendiendo y entre distintos aspectos de cada una de ellas.
Para este propósito, el diseño de secuencias con unidad de sentido que incluyan actividades que vayan contemplando algunos de los aspectos que señalaremos a continuación, y con ciertos elementos fijos: con recuperación de lo conocido, con autoevaluación de los alumnos y evaluación del recorrido, nos va resultando una herramienta potente.
En este artículo se presenta parte del trabajo realizado para enseñar el modelo corpuscular escolar, en seis grupos de sexto grado de Canelones, Florida, Melo, Montevideo y Soriano.
Aprender ciencias supone modificar las ideas que construimos desde pequeños. Para ello hay que vencer obstáculos que son propios de la naturaleza del conocimiento científico. Seleccionar los atributos del modelo corpuscular de la materia a enseñar, y definir su ubicación en la secuencia didáctica, condicionan la posibilidad de su comprensión y de su uso.
Presentamos el trabajo realizado en un tercer grado de una escuela de Canelones y en una escuela rural de Soriano. Nuestro propósito era que los alumnos comprendieran qué es un modelo, qué dice un modelo particular (el modelo corpuscular de la materia), y que vieran la utilidad de los modelos al usarlos para interpretar fenómenos cotidianos. En este caso, con el MCME se pretendía comprender de una manera diferente, “científica”, la dilatación térmica en sólidos, líquidos y gases.
El trabajo que presentamos es claramente un trabajo de metacognición colectivo respecto a cómo hacer para que niños de cinco y seis años puedan mirar los estados de la materia de otro modo. Se presentan diálogos que fueron transcriptos de instancias de trabajo, con la finalidad de analizar sobre ellos. Aquí hay mucha sinceridad, sobre todo, por lo que sabemos y por lo que no. La riqueza de un intento colectivo, de una planificación dialogada y de un propósito construido desde historias y recorridos distintos le da un valor especial a la historia que aquí se narra, y que se espera pueda despertar el interés de otros en buscar caminos parecidos.
En el año 2015, el Equipo de Investigación en Enseñanza de las Ciencias Naturales, bajo la tutoría de la Doctoranda María Dibarboure, se propuso reflexionar sobre la Química y su enseñanza para luego seleccionar un aspecto relevante a investigar.
El proceso comienza con la lectura de artículos de distintos autores a los efectos de definir el marco de la Química como disciplina. ¿Qué se pregunta? ¿Qué estudia? ¿Cuál es la metodología que utiliza para producir su conocimiento? ¿Cuál es su territorio epistemológico? ¿Qué ha pasado con el tiempo, mantiene sus interrogantes? ¿Promueve otras?
La Química se ocupa de la materia en su generalidad –materiales, sustancias, elementos y compuestos, tanto naturales como sintéticos– sus interacciones y transformaciones. Hace una mirada macro a las propiedades, identifica y estudia comportamiento. También propone “modelos de” para una mirada micro que permita, en principio, explicar las propiedades macroscópicas. Se trata de una disciplina que se define experimental. Busca evidencias que posibilitan la construcción de ideas, modelos, teorías.
El grupo selecciona el modelo corpuscular como contenido de enseñanza y se pregunta: ¿qué modelo corpuscular de la materia enseñar?, ¿qué criterios usar para los diferentes niveles?, ¿el mismo en toda la escolaridad?, ¿por qué razones?
El planteo que el equipo viene trabajando desde hace años con la convicción sobre la importancia de desarrollar, desde el comienzo de la escolaridad, una actitud de modelización por razones epistemológicas, pero también por los desarrollos cognitivos que los modelos pueden promover.
El presente artículo resume y amplía algunas ideas respecto al Modelo Corpuscular de la Materia, su aprendizaje y su enseñanza, que pudieron
ser expresadas en varios números de esta revista. Pretende ser un material que dé fundamento a los diferentes trabajos que el equipo de investigación de la revista viene realizando respecto a este contenido, y al mismo tiempo dé referencia para quienes trabajen con y sobre él. En las premisas de partida señalaremos aspectos que entendemos deben tenerse en cuenta desde la perspectiva del aprendizaje y desde la enseñanza para cualquier contenido de ciencias, para luego remitirnos a las especificidades del modelo.
Quizás muchos de ustedes al leer la portada de la revista hayan pensado: ¿“Modelo Corpuscular de la Materia de Inicial a sexto”? No puede ser, es un contenido de sexto grado. ¿Qué están proponiendo?, ¿más contenidos?
Algo similar sucedió cuando María Dibarboure nos planteó trabajar esta temática. Sin embargo, los integrantes del equipo estamos convencidos del rol fundamental que juegan los modelos y el proceso de modelización en la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias, por eso rápidamente nuestra respuesta fue positiva. Sabíamos que no se trataba de incorporar nuevos contenidos a un programa de por sí atiborrado; se trataba de pensar e investigar un nuevo enfoque didáctico para enseñar la materia, sus propiedades y sus transformaciones desde una mirada tanto física como química.
Hoy estamos en condiciones de cambiar el título de esta presentación: SÍ, PUEDE SER...
Los invitamos a leer...
Desde el lunes 16 de marzo, las clases presenciales fueron suspendidas. Todos los docentes dimos inicio a un proceso de adaptación de nuestra forma de ser docentes de modo presencial a una modalidad a la distancia, y comenzamos así otro tipo de intercambios porque las instituciones permanecieron cerradas para el ingreso del alumnado.
Nos pareció muy importante dejar registro de las experiencias que las maestras estaban llevando adelante en las diferentes escuelas de nuestro país, escuelas urbanas y rurales, escuelas de tiempo completo, de tiempo extendido, escuelas APRENDER. Documentar es valioso para dar visibilidad a los procesos, como instrumento favorecedor y provocador de reflexiones, y para compartir experiencias, «para que esas formas de interpretación del mundo escolar sean puestas en escritura, indagación, deliberación y cambio» (Suárez y Metzdorff, 2018:50).
Escribir para dejar memoria y dejar huella, para no olvidar. Esto significa poner en palabras para organizar la experiencia y, en ese mismo proceso, tomar distancia, reflexionar sobre ella y conectar con otras cosas. Otras cosas... otras experiencias, otras lecturas.
Con tal fin les propusimos algunas preguntas a las maestras para que en sus respuestas pudiesen mostrar sus realidades y cómo las estaban transitando, con las posibilidades y dificultades que encontraban en ese camino. Como plantean Carretero y Atorresi (2004):«La modalidad narrativa también orienta emotivamente la comprensión de los sucesos. Se trata, por tanto, de un dispositivo de constitución de la subjetividad, en el que lo emotivo y lo cognitivo se interrelacionan» (apud Anijovich y Cappelletti, 2019:42).
Artículo de: Leticia Albisu, Patricia Orlando
Enseñar Ciencias desde un paradigma crítico, donde se busque potenciar el conflicto cognitivo, la aproximación al conocimiento y la conceptualización a través de una concepción problematizadora, implica toda una batalla mental en el cotidiano hacer docente.
El modelo de indagación y la pregunta investigable aparecen como ítems esenciales a la hora de crear conflictividad cognitiva en los alumnos. También es sabido que no cualquier pregunta es investigable, debe encerrar un conflicto significativo para los alumnos; y en su intento por responderla deberá promover que busquen, indaguen, observen, experimenten, comparen, clasifiquen, reconstruyan conocimientos a partir de la reflexión colectiva, reconozcan limitaciones en su acervo de conocimientos para resolver el conflicto y busquen expertos que les ayuden a resolver el problema, adoptar una
metodología científica, acciones sistemáticas y rigurosas (cuando lo que predomina es el pensamiento cotidiano, no metódico, no sistemático).
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