Mucho se ha hablado de la implementación de cooperativas escolares y se nos fundamenta bastante acerca de la importancia de las mismas,
pero poco se difunden estas prácticas. El presente trabajo pretende mostrar una experiencia educativa basada en una forma distinta de enseñar
y aprender, que compromete y motiva a los distintos actores de la comunidad escolar.
Es importante explicitar que la idea del artículo no es mostrar la selección de contenidos, ni las áreas de conocimiento, ni la lista de actividades
planificadas; sino la experiencia de trabajo y la reflexión sobre la misma, ya que entiendo que esta revista está destinada a profesionales de la
educación que, como tales, saben bien cuál es la importancia y qué áreas, contenidos y actividades seleccionar a la hora de enseñar "cooperativismo” y “eficiencia energética”.
En ocasiones, los alumnos se acercan a la clase con inquietudes, comentarios o diálogos que muchas veces dejamos pasar, y son estas instancias las que justamente debemos aprovechar porque pueden llevarnos, a maestros y alumnos, a investigar en ciencias, a percibir de otra forma lo que nos rodea, y a hacernos preguntas que habitualmente no nos haríamos.
Los docentes no podemos dejar de lado esos extraordinarios momentos, en los que se abren oportunidades para trabajar en Ciencias de la Naturaleza. Y especialmente cuando los niños están motivados desde sus propias experiencias de observación y cuestionamientos –si los hubiera–; porque si no fuera así, ahí comenzaría nuestra tarea poniendo en evidencia sus pensamientos, hipótesis, estrategias de resolución, planteando experimentos si fuesen necesarios y analizando resultados para finalmente ampliar las explicaciones. Es así que se reconstruyen sus conocimientos, ¿vale la pena entonces enseñar ciencias? Claro que sí, para ello debemos conocer sus ideas y a partir de allí pensar juntos qué queremos saber y cómo vamos a organizar la investigación.
Esta experiencia, gira en torno a lo que ocurrió en el tercer año, al llegar a la clase, a través de una niña, una pelota de "savia".
El equipo tiene como línea de trabajo el estudio y la elaboración de diferentes aportes desde la Epistemología a la Didáctica de las Ciencias. Entre ellos, el análisis epistemológico de los contenidos programáticos del Área del Conocimiento de la Naturaleza para fundamentar secuencias de enseñanza. El número anterior de QUEHACER EDUCATIVO contiene el trabajo realizado en Geología. En este caso sintetizamos dos comunicaciones orales y un póster presentados en la III Conferencia Latinoamericana de Historia, Filosofía y Didáctica de las Ciencias, realizada del 17 al 19 de noviembre de 2014 en Santiago de Chile.
Allí se expuso el análisis histórico epistemológico de los contenidos programáticos de Física como base de las propuestas de enseñanza de la Mecánica que el equipo viene investigando desde hace dos años. En números posteriores iremos abordando el mismo enfoque en otras disciplinas del área.
Para los niños que nacen y crecen en las ciudades de nuestro tiempo, la lengua escrita es un objeto presente dentro del mundo que los rodea.
Crecen entre adultos que atesoran distintos objetos que portan marcan escritas y que son importantes, notificaciones, recibos, facturas, certificados, escrituras, que acreditan posesión e identidad, que representan bienes o deudas, deberes y obligaciones. Viven entre escrituras hechas en papel, en las paredes, en la ropa o tatuadas en el cuerpo, escrituras que se hacen y deshacen a toda velocidad en las pantallas de computadoras, celulares y tablets.
Además de crecer entre marcas escritas, los niños asisten a actos de escritura o presencian actos de lectura en los que, ante esas marcas escritas, los adultos producen un lenguaje muy distinto al del habla cara a cara, un lenguaje en el que el adulto muchas veces presta su voz para que sea otro el que hable y se dirija a alguien que no está realmente ahí.
En estas páginas los invitamos a recorrer escrituras infantiles, prácticas de lectura y escritura llevadas a cabo con niños que están apropiándose
de su lengua escrita y de esas formas propias del “lenguaje que se escribe”.
Es fundamental crear las condiciones didácticas que favorezcan la legalización de las escrituras y de las prácticas de los niños como escritores en el aula. Las producciones de los niños no son caprichosas; por el contrario, hay reglas que las orientan y principios que las justifican, por eso es primordial que el maestro conozca estas ideas para poder trabajar con ellas.
Este trabajo analiza cómo los estudiantes de magisterio utilizan los diferentes registros de representación semiótica en el marco de la resolución de un problema aritmético sencillo, de corte escolar. Se analizan las producciones que surgen como respuestas a ese problema. Se trata de indagar qué registros usan, cómo los usan, si los combinan, cómo es el manejo de la representación externa de la situación. En todas las
producciones aparece el uso de lenguaje natural.
Se encontraron cuatro categorías de registros de representación que no aparecen puros, sino combinados. Aparte del registro en lenguaje natural, el registro que mayormente se produjo fue el gráfico, con predominio del registro pictográfico apoyado con alguna escritura aritmético-simbólica.
Luego sigue el registro aritmético; y en tercer y cuarto lugar aparece el uso del registro de representación algebraico, acompañado a veces por registro gráfico y otras, aritmético. En alguna oportunidad se mezclan esas categorías ofreciendo dos formas diferentes de representaciones a la hora de abordar la resolución del problema. La lectura del enunciado de la actividad, su interpretación y traducción para elegir qué marcas usar al resolverlo, dan cuenta de ciertas conceptualizaciones de los alumnos. La escritura matemática realizada vincula lo que el alumno interpreta al resolver el problema con la elección de la herramienta matemática para resolverlo y la forma de comunicarlo.
La Matemática, como toda disciplina, apela a un lenguaje particular para referir a los objetos y relaciones matemáticas. Este lenguaje está
cargado de representaciones semióticas.
Las representaciones semióticas son marcas que están en el lugar de algo, y juegan un papel fundamental en el aprendizaje de la Matemática y en la construcción de las representaciones internas.
Las representaciones semióticas se constituyen en la “puerta de entrada” a un objeto matemático. Y es una de las paradojas que plantea Duval (1999): se accede a los objetos conceptuales a través de las representaciones semióticas. Esta se constituye en una de las dificultades de comprensión que enfrentan los alumnos en el aprendizaje de la Matemática.
¿Por qué la escuela debe enseñar a leer y a escribir Matemática?
Hay representaciones que utiliza la Matemática, reglas de utilización de esas representaciones, que le son propias; por lo que la lectura y la escritura deben considerarse prácticas sociales situadas y dependientes del ámbito disciplinar.
Tanto la lectura como la escritura cobran un nuevo estatus dentro de los proyectos de enseñanza de la Matemática a lo largo de la escolaridad. No alcanza con que el alumno sepa leer y escribir en Lengua, es necesario enseñar a leer y escribir en Matemática. Y este es un nuevo desafío de los colectivos docentes.
La fracción es un número. Esta afirmación parecería no estar tan clara para nuestros alumnos.
A los efectos de relevar las ideas de los escolares sobre la fracción como un número, se propuso a cincuenta alumnos de sexto grado de una escuela de Montevideo la siguiente pregunta: ¿Qué es una fracción? Solo dos de ellos respondieron "es un número".
En este artículo se propone analizar algunas causas que impiden que estos alumnos visualicen la fracción como número. Se pretende plantear posibles líneas de acción para contribuir a superar estas dificultades.
Al egresar del ciclo escolar, los alumnos llevan un conocimiento importante de los números naturales. Sin embargo no ocurre lo mismo con los números fraccionarios. En este caso se pudo ver que casi la totalidad de los alumnos no ve a la fracción como un número.
Frente a esto, surgen interrogantes sobre las posibles causas de este hecho. Se considera que la dificultad de identificar las fracciones como un número se puede atribuir al propio objeto matemático, a su aprendizaje o a problemas de su enseñanza.
La división es la operación cuyo sentido es el más complejo de construir, esto no parece ser objeto de discusión entre los docentes preocupados por su enseñanza.
La división como objetivo de enseñanza del ciclo escolar exige tomar en consideración los distintos aspectos que este incluye, las situaciones que permite resolver y aquellas que no.
Consideramos oportuno plantear situaciones, en las que la operación involucrada sea la división entera como estrategia que obliga a centrar la mirada en el resto. De esta manera se contribuye al enriquecimiento del concepto de división.
El Instituto Uruguayo de Educación por el Arte – Taller Barradas cumple cuarenta años de vida en el presente año. Más allá de lo significativo
que este hecho pueda resultar para las personas vinculadas a la institución, por la participación directa en sus múltiples actividades de docencia, formación, investigación y extensión, es una oportunidad para reconocer los espacios de resistencia, de acción y de producción
de ideas, generados en tiempos en que el arte estuvo relegado de la educación. Decir que hoy se cumplen cuarenta años, implica haber nacido
en el año 1974, época difícil para nuestro país y muy particularmente para los maestros y la educación.
¿Qué propósitos impulsaron su creación?; ¿cuáles son las experiencias más relevantes recogidas en su largo recorrido? Intentando dar respuesta a estas interrogantes, QUEHACER EDUCATIVO dialogó con el Director del Taller Barradas, Profesor Salomón Azar.
Estamos convencidos de que la apertura que hoy existe en el campo de la educación y el arte es el fruto del trabajo profesional y continuado
de artistas y educadores que supieron enfrentar con ideas, acciones y perseverancia, las políticas educativas neoliberales que dominaron (y aún subyacen) en nuestro país y en otros países de la región. Estas acciones de resistencia forman parte de una serie de historias mínimas que resulta importante rescatar no solo como una deuda de la memoria, sino (y sobre todo) para ponerlas en conocimiento de las nuevas generaciones de artistas y educadores.
Realizar el relato de esta experiencia implica de algún modo materializar la palabra, es un desafío a la reflexión y resignificación de las
prácticas profesionales, en un contexto sociohistórico, en ese tiempo y en ese espacio...
Y es en ese tiempo y en ese espacio, es que se preguntaron ¿cómo escriben nuestros alumnos?. La pregunta transita y conduce a terrenos más profundos, implica pensar –pensarnos– en los códigos socialmente establecidos, en las categorizaciones.
Así entendido, el relato se convierte en producción constructiva, encierra aspectos que remiten al campo de las marcas identitarias, de las
frustraciones, de la relación y del encuentro con el otro; vuelve complejas las dimensiones de la subjetividad.
A principios de año, dentro del proyecto de la jurisdicción “Habilidades para la vida”, en esta escuela, se acordó trabajar en el Área del Conocimiento de Lenguas y su función fundamental: la comunicación.
Se desplegaron proyectos de aula tendientes a favorecer la lectura y la escritura.
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