El proceso revolucionario que llevó a la independencia de América del Sur tuvo por escenario un territorio complejo, extenso, tanto por sus bases físicas como humanas. Múltiples protagonistas actuaron en este escenario (elites, líderes/dirigentes revolucionarios, sectores subalternos: gauchos, indios, mestizos, etc.) y sumado a esto, distintos proyectos políticos.
El artículo buscará hacer hincapié en el espacio en el que se desarrollaron los sucesos, especialmente en la región noroeste del antiguo
Virreinato del Río de la Plata (que incluye las actuales provincias de Jujuy, Salta y Tucumán), centrando la mirada en el proceso salteño durante el liderazgo de la figura de Martín Miguel de Güemes (1814-1821). Como se verá, el tiempo de análisis es previo a la construcción y consolidación del Estado-nación, que se impondrá recién en la segunda mitad del siglo xix.
Desde el punto de vista de la estructura, el trabajo fue dividido en dos partes.
Una primera parte subtitulada “La cartografía en la historia, una fuente que mucho dice y a Lo local y lo regional: Salta (1814-1821) Una mirada a la Revolución Hispanoamericana a través de la cartografía a la que poco se la consulta” en la que se abordarán conceptos tales como espacio, región, lo local, así como los paradigmas geográficos desde los que partiremos.
Una segunda parte subtitulada “Salta/Güemes: territorio/poder/autonomía” en la cual, mediante recursos cartográficos, reflexionaremos
acerca de cómo el territorio, su localización, sus circuitos económicos, su cercanía al Alto Perú, su lejanía con Buenos Aires (análisis del Mapa
Nº 29: “Circuitos mercantiles de la primera mitad del siglo XIX” [cf. Lobato y Suriano, 2000]),
Por último y no menor, es reconocer que la elección de movernos en una escala local y regional alude al espacio practicado por las personas,
enfatizando los microprocesos que recuperan lo cotidiano y lo personal.
En este artículo, la autora intenta compartir algunas reflexiones acerca de una indagación sobre concepciones de Geografía y su enseñanza. Para ello recoge testimonios sobre los recuerdos más significativos de las experiencias de aprendizaje en clases de Geografía, en un grupo de estudiantes de primer año de Magisterio del Instituto Normal de Montevideo en el año 2015.
Los testimonios que releva constituyen solo una pequeña muestra del total de los estudiantes magisteriales como para establecer generalizaciones, pero los considero valiosos en cuanto reflejan algunas maneras de enseñar Geografía, provenientes de una diversidad de planes de estudio, contextos socioeducativos, intereses y docentes.
Cabe destacar que el grupo estaba constituido por treinta y un estudiantes, de los cuales veintiocho ingresaron a la carrera de Magisterio
habiendo terminado la Educación Media en los últimos cinco años. Esto posibilita distinguir un tránsito corto de tiempo en su formación y
construcción de conocimientos en relación a esta asignatura.
Afrontar la enseñanza en el nivel educativo terciario impone nuevos desafíos y muchas interrogantes. Además, tal cual está planteada actualmente esta formación, se asiste a impartir enseñanzas de Geografía a estudiantes que recién en dos años (si siguen la carrera con regularidad) se van a enfrentar a situaciones prácticas en las que se involucran temáticas del programa escolar de Geografía.
En las instancias de pensar sus propias prácticas recibirán las orientaciones de las maestras adscriptoras y de la directora de la escuela, que
es la profesora de didáctica de todas las asignaturas escolares. También cuentan con un taller de apoyo a la práctica de treinta horas anuales,
que generalmente lo imparten docentes de Geografía.
Dados estos escenarios, se permite algunas reflexiones que apuntan a cómo recorrer con sus estudiantes magisteriales esta etapa, ¿es suficiente presentarles un programa y sugerirles una bibliografía a estudiar, sin indagar sus concepciones sobre la Geografía?, ¿esas concepciones se espera que surjan en forma espontánea o promuevo su aparición al tiempo que abordo un conocimiento geográfico determinado?, ¿cómo un estudiante terciario se enfrenta a la lectura de un texto académico?, ¿qué tipo de intervención realizo para contribuir
a la comprensión de un texto disciplinar?, ¿cómo producen un texto escrito con especificidad en la disciplina?, ¿qué tipos de desafíos les presento para problematizar la realidad social?, ¿cómo despertar la curiosidad científica y al mismo tiempo empezar a posicionarlos en el rol docente?, ¿enseño Geografía, a enseñar Geografía, o ambas?
¿Qué sentido tiene enseñar Geografía en Educación Primaria? ¿Cuál(es) Geografía(s) se enseña(n) actualmente en el contexto escolar? ¿Se enseña un saber geográfico, o se enseñan estrategias y formas de razonamiento geográfico? ¿Qué desafíos y problemas existen en la enseñanza de la Geografía escolar? ¿Qué tipo de saber geográfico circula en la clase escolar?
Estas son preguntas que seguramente tendrían múltiples respuestas. Múltiples porque habría diversas situaciones en las prácticas de la enseñanza escolar, desde donde se podrían responder y pensar estas interrogantes iniciales.
El presente número de QUEHACER EDUCATIVO está dedicado, como tema central, a la enseñanza de la Geografía en el Área del Conocimiento Social. A través de los diferentes artículos queremos brindar pistas para pensar y reflexionar sobre los sentidos de la enseñanza del saber geográfico.
Este artículo es una breve síntesis del libro del Dr. Tomás Sansón Corbo, -(2009): Historia de la Formación Docente en el Departamento de Cerro Largo. Melo: Editorial IFD Melo- quien amablemente me ha proporcionado sus originales. Salvo algunos comentarios y la actualidad, que quedaron fuera de su investigación, todo pertenece a su autoría.
¿Por qué considerar el informe como texto académico?
Antes de dar una respuesta a esta interrogante debemos aclarar qué consideramos texto académico. El estatus de académico requiere de un lector y de un emisor, que mantienen y comparten una serie de normas determinadas por organismos o instituciones, dado que este tipo de
textos tiene por finalidad generar o divulgar conocimiento científico. La producción es de corte intelectual y requiere de niveles de abstracción
para su entendimiento.
Los textos académicos ponen en juego una relación entre aprender y enseñar. Su consulta se realiza por parte de un sujeto que necesita
aprender, y el que enseña es el productor del texto.
La producción de textos académicos puede ser realizada por estudiantes, docentes, investigadores.
Estos conocen a quién va dirigido, las normativas y niveles de profundidad que requiere su elaboración. Este último aspecto está determinado por la diversidad de fuentes –primarias, secundarias– consultadas sobre la temática a informar.
El informe es un texto académico porque para su elaboración requiere de ciertos parámetros predeterminados y, a su vez, tiene por objeto esclarecer, ampliar y comunicar conocimiento formalmente. Así, los informes pueden ser textos orales, escritos o audiovisuales.
En este artículo haremos referencia a informes escritos, también denominados de “prosa científica”, siguiendo a Cassany (2007). Particularmente se seleccionan aspectos generales, ya que son muy variados los tipos de informes que se elaboran con finalidad académica.
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¿Qué tipo de preguntas formula un docente en un aula? ¿Cómo reaccionan los alumnos ante estas? ¿Qué control ejerce el docente sobre la actividad verbal de los alumnos? Son cuestiones que intentan ayudar en la reflexión acerca de las prácticas de enseñanza en un doble desafío, para los docentes y para los estudiantes
magisteriales involucrados en su primer acercamiento a territorio.
En el artículo se comparte una actividad de aula realizada en un quinto grado de una escuela A.PR.EN.D.E.R. Se enmarca en el Área del Conocimiento de la Naturaleza, ya que refiere específicamente a una metodología científica, y se integra con la de Lenguas en un abordaje multinivel desde la lectura en lo que se ha denominado doble agenda.
Muchas veces encontramos que nuestros niños presentan ciertos estereotipos con respecto al quehacer científico y a los científicos concretamente. Por ejemplo, la idea de que el conocimiento solo puede producirse en el marco de un laboratorio, que los científicos “descubren” a partir de la observación o que siguen pasos rígidos, que usan túnica, lentes y son viejos. Desde esta propuesta se pretende aportar información y reflexión, que contradigan dichos estereotipos. Así como mostrar que es posible investigar, conocer y generar interrogantes a partir de un relato, respetando y teniendo en cuenta la especificidad de cada campo del conocimiento.
Cuando de enseñar Matemática se trata, plantear problemas a los alumnos aparece como una actividad ineludible. Sin embargo, a lo largo de la historia, la manera de concebir la función de los problemas ha presentado diferentes concepciones. Esta evolución refiere no solamente a los objetivos de los mismos, sino también a la
forma de gestionarlos en clase. La cuestión de la gestión está directamente vinculada al propósito de su presentación.
Hoy partimos del supuesto, elaborado desde hace más de treinta años por la Didáctica de la Matemática y resumido por Roland Charnay (1994) en la expresión: El problema es «fuente, lugar y criterio de la elaboración del saber».
Consideramos entonces la presentación de los problemas a los alumnos como el momento por excelencia en la enseñanza de las nociones matemáticas.
Pero esas nociones aparecen en cada situación en alguno de sus aspectos y significados, dejando de lado otros. Para aprenderlas habrá que poder utilizarlas y reflexionar sobre ellas en diferentes situaciones particulares donde aparezcan con distintos significados, representaciones y relaciones, y se deberán analizar estas
diferencias y establecer vinculaciones entre ellas. Solo así los conocimientos se cargarán de significado.
“El sistema de numeración: un problema didáctico” (Lerner y Sadovsky, 1994) es la primera investigación que pone a este sistema en el debate de la enseñanza. Desde sus primeras reflexiones, las autoras se hacen esta pregunta: «El sistema de numeración y las operaciones aritméticas son dos contenidos básicos que atraviesan la escolaridad primaria, ¿cuál es la relación que puede establecerse entre ellos?» A partir de allí hacen notar que dentro de determinado planteo didáctico, los alumnos son capaces de generar en acto procedimientos que ponen en
evidencia conocimientos del sistema de numeración y de las propiedades de las operaciones.
Con énfasis en esta realidad, las autoras sostienen que didácticamente se abre la posibilidad de confrontar estos procedimientos y avanzar en el conocimiento de ambos aspectos.
Esta pregunta nos lleva de la mano al problema que deseamos plantear: durante largo tiempo, estos dos aspectos entrelazados se han
trabajado en la enseñanza en forma separada. La explicación de este fenómeno es de larga data y no han podido desprenderse de esta historia los currículos escolares.
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