En Educación Inicial tenemos tres documentos que enmarcan nuestro trabajo y que debemos articular. El programa escolar (ANEP. CEP, 2009), cuyos contenidos programáticos hemos de leer a la luz del Marco Curricular para la atención y educación de niñas y niños uruguayos. Desde el nacimiento a los seis años (UCC/CCEPI, 2014), que señala ejes de trabajo, competencias y caracteriza la planificación; y del Documento Base de Análisis Curricular (ANEP. CEIP, 2016), que establece perfiles de egreso y que en el Área del Conocimiento de la Naturaleza señala tres dimensiones transversales indispensables para enseñar ciencias naturales: metodológica, epistemológica y cognitivolingüística, interrelacionadas conceptualmente entre ellas y con los contenidos disciplinares del área.
Pero además, la mirada a estos tres documentos la hacemos desde una institución educativa inserta en determinada comunidad y como maestras de un grado con cierto grupo de alumnos. Tarea totalmente situada y por lo tanto no generalizable. Es desde esta posición que compartimos parte del proceso constructivo, de selección y síntesis, que realizamos este año con relación a la enseñanza del concepto de ser vivo en los niveles Cuatro y Cinco años.
Como comunidad profesional de aprendizaje, los docentes estamos convencidos de que la nuestra es una tarea de construcción permanente. En esta construcción, la reflexión y el análisis deben ser el puente que permita identificar lo que se está haciendo muy bien, pero también aquello que es
necesario modificar y cambiar.
Si pensamos en un cambio (imaginado como mejora), sabemos que sostenerlo e institucionalizarlo no es tarea sencilla.
Estamos acostumbrados a hablar de “olas de cambios”, sistemas “pendulares” que nos arrastran y se transforman permanentemente sin darnos tiempo a expresar qué nos parece que deba perdurar y qué debiera transformarse. Ahora, ¿qué hacer en esta vorágine? ¿Dónde colocar el énfasis?
Esta mirada focalizada es posible cuando compartimos lo que proyectamos, lo hacemos evidente, lo plasmamos y lo institucionalizamos.
Es común que en nuestras instituciones circulen diferentes formas de expresar cómo nos ocupamos de planificar y sostener ese cambio de modalidades en cuanto a la organización de contenidos, al uso de propósitos u objetivos, a las diferentes puertas de entrada al programa por medio de proyectos, secuencias, unidades, etcétera.
En ello también podemos reconocer momentos en que se ha focalizado en varias formas de organizar o se ha focalizado solamente en algunas. Es importante volver a traer las voces de algunos autores que nos iluminaron y nos iluminan al respecto, sin olvidar que todo plan es un puente entre las
líneas de políticas educativas y lo que ocurre en territorio en todas y cada una de las trayectorias personales de nuestros niños.
Sea cual sea la organización de contenidos que adoptemos, hay una premisa que no podemos olvidar, y es la necesaria coherencia y consistencia que debe existir entre los elementos del plan en la mirada profesional de un docente que indaga y se compromete con la mejora.
El presente artículo describe el proceso de enseñanza y aprendizaje de un grupo de niños y niñas, con quienes tuve la oportunidad de transitar esta experiencia educativa durante dos años consecutivos. Se les presentó una temática en torno a la Unidad Didáctica “La vida de las mariposas / gusanos de seda”, enmarcada en el Área del Conocimiento de la Naturaleza (Biología). Esto brindó la oportunidad de conocer: “La relación individuo-ambiente” (Cuatro años). “El dimorfismo sexual en animales – La continuidad de las especies” (Cinco años) (cf. ANEP. CEP, 2009)
Se ha hablado y se habla mucho sobre el estado y la calidad de los vínculos entre las instituciones educativas y las familias de los alumnos.
Apelando siempre a la visión nostálgica que tanto nos caracteriza a los uruguayos, resuenan frases que se refieren a un “pasado mejor”, donde reinaba la armonía y el respeto entre padres y educadores.
Probablemente también existían los desacuerdos, aunque permanecían en silencio por los propios conceptos de “Educación” y de “Escuela” que predominaban.
Las políticas nacionales que apuntan a la democracia participativa también requieren que, tanto el alumno como su familia, se involucren en la vida del aula y de la institución, como ámbito político-social primario y más próximo.
La Escuela es una institución viva, compleja, donde se entrecruzan diversas realidades y muchas veces se suscitan conflictos que requieren intervención.
La gestión de estas situaciones requiere un nuevo encuadre, acciones preventivas y una actualización en las estrategias. Es necesario desprenderse de esa actitud de añoranza de lo que ya fue, y buscar estrategias que apliquen a los asuntos del presente desde la proactividad.
Con la premisa de que sí se puede, posicionados en la visión de “la escuela como telar de la esperanza” (Cullen, 2004) y la Pedagogía de la Dialogicidad (Freire, 2005), presentamos las prácticas de Arte Comunitario como una de las tantas herramientas que pueden ayudar a construir un diálogo que sostenga los buenos vínculos entre todos dentro de las comunidades educativas.
La competencia digital es un contenido de la educación primaria y secundaria española desde 2006.
Su estudio en las escuelas es obligatorio. La competencia digital la entendemos, de una forma sencilla, como la capacidad de los estudiantes para el manejo y procesamiento de información con medios tecnológicos, así como las competencias comunicativas con dichos medios.
La adopción de esta competencia como resultado final de la escolarización ha sido fruto del análisis del contexto de la generación del conocimiento, de la transformación de la producción, de la necesidad de ampliar los entornos de actividad económica, de apoyar la innovación... espacios fundamentales en la mejora económica de las naciones. Este aspecto es fuertemente criticado por los maestros, por el posible sesgo economicista del currículo. Pero en un contexto de desempleo y crisis económica es difícil despreciar oportunidades para mejorar las opciones para el empleo de las futuras generaciones.
En su conjunto, se trata de un amplio rango de soluciones adoptadas para resolver problemas educativos con tecnología. Aún es posible ampliar el abanico de intervenciones, hacerlas más plurales, más amorosas con el conocimiento, más adaptadas a las necesidades de los niños y la comunidad, pero con estos primeros pasos, apenas esbozados, el camino emprendido es indudablemente un tránsito a otro espacio educativo.
Hablar de los múltiples usos del lenguaje que los humanos llevamos a cabo a lo largo de la vida en comunidad es remitirse a reflexiones que ya se planteaban tanto en la antigüedad griega como en la época medieval. Con distintas concepciones y en el marco de diferentes condiciones sociales, el dominio de los usos del lenguaje hablado y escrito fue siempre objeto de especulación teórica.
La cuestión es que esos usos derivaron, con el paso de los siglos, en explicaciones conocidas con el término de “géneros” y, en particular, en el ámbito de la literatura, como “géneros literarios”. Respecto de los géneros no literarios, la primera formulación ya puede reconocerse en la Retórica de Aristóteles, a los que encuentra como ámbito “natural” el uso en la vida social pública, realizados oralmente y dirigidos a un auditorio.
El género, fenómeno sociocultural y discursivo, es para Calsamiglia y Tusón (2002:252), «un concepto sujeto a controversia y a veces difícil de delimitar, su uso se ha extendido para clasificar gran parte de los productos culturales en los que el uso de la palabra es un elemento fundamental».
La complejidad inherente a este concepto deriva de las distintas perspectivas teóricas y de la superposición de criterios con que ha sido abordado. Esta complejidad acerca de la procedencia o formación de los géneros, de sus constituyentes, de las marcas recurrentes entre distintos ejemplares de géneros, de su realización en textos empíricos constituye, a estas alturas, una tradición en los estudios del lenguaje.
Como lo señala Charaudeau (2012:22), «los géneros se inscriben siempre en una relación social en tanto testimonios de una codificación que puede variar en el espacio (diferencias culturales) y en el tiempo (cambios históricos)».
La problemática de los géneros ha formado parte de los estudios de la tradición literaria; sin embargo, en el marco de los estudios lingüísticos, la reflexión ha estado centrada tanto en los géneros literarios como en los no literarios.
En reunión del Equipo de Investigación de se resolvió que sería interesante que se trabajasen los contenidos de cuarto grado, “Estrellas: brillo y color. Las Constelaciones”, en una escuela rural. No solo por tener un cielo con mayor visibilidad, sino por el trabajo con la comunidad. Acepté.
El grupo multigrado estaba formado por un alumno de Inicial, dos de segundo grado y dos de cuarto grado. Armé una secuencia que se iniciaba reconociendo los elementos visibles en el cielo diurno y nocturno, su clasificación, para luego concentrarnos en las estrellas.
Muchas de las actividades fueron similares a las relatadas por los compañeros en otros artículos de este monográfico: observar la misma porción de cielo durante cinco minutos, en distintos momentos del día; realizar registros escritos y fotográficos...
Les pedí que clasificaran los elementos registrados en astronómicos y meteorológicos. Dejar de lado las nubes fue inmediato, los alumnos están familiarizados con la palabra “meteorología” porque en la zona rural es muy importante conocer el informe meteorológico. También sacaron los elementos “ocasionales” en el cielo como el humo, los pájaros, una hoja que vuela, un panadero. ¿Astronómicos eran los otros? Acepté que astronómicos eran aquellos elementos que sí o sí están en el cielo, y que no son producto del “mal tiempo o del buen tiempo”. ¿El cielo era un elemento astronómico? ¿Hasta dónde llega? Repetimos la actividad con el cielo nocturno, con la ayuda de sus familias.
Pensando en lo hecho... Mucho más allá de lo que aprendieron, de las preguntas que se plantearon, de las que pudieron o no pudieron responder, sin ninguna duda, alumnos y familias comenzaron a observar el cielo nocturno de una forma diferente.
A los docentes nos gusta y nos interesa incursionar en las nuevas tecnologías, buscando la posibilidad de crear una instancia potente de aprendizaje que utilice la tecnología como un incentivo al trabajo en el aula.
Comenzamos nuestro trabajo, cuestionándonos: ¿qué interés presentan los niños en la tecnología? ¿Cuáles son las páginas web más consultadas por ellos? ¿Cómo podemos generar aprendizajes significativos a partir de ese interés? ¿Cómo utilizar la tecnología al servicio de la lengua?
El resultado de este diagnóstico inicial arrojó que los alumnos presentan un particular gusto por la búsqueda de diversos contenidos en el sitio web “YouTube”, teniendo como referentes a los denominados youtubers, personas que se dedican a la publicación de contenidos para su libre divulgación en Internet.
En la búsqueda de recursos que pudieran servir para la enseñanza, encontramos a una comunidad abierta de jóvenes lectores denominados
“Booktubers”, los cuales se dedican a la promoción de prácticas lectoras a través de la recensión de libros leídos, subiendo sus publicaciones
en forma de videos al sitio web “YouTube”.
Esta nos pareció una iniciativa muy buena para motivar a nuestros alumnos a leer, a escribir recensiones y a producir materiales audiovisuales
oralizando sus producciones para compartirlas en la Red a través del canal de “YouTube” de la clase, participando así de la comunidad abierta de booktubers.
Este trabajo se presenta con la finalidad de compartir una experiencia pedagógica, pensada desde las comunidades educativas rurales que necesitan y creen en un cambio de formato de Escuela Rural que imbricada en la pedagogía nacional se proyecte en el día a día en las aulas.
Se trata de “hacernos cargo” entre todos de un proceso de cambio educativo que coloque a la escuela, los alumnos y los docentes en un lugar
de privilegio. Ese lugar no se nos es dado de antemano, sino que requiere del pensamiento y de la acción de los maestros y de la familia,
que están llamados a educar en la complejidad de la Escuela Rural de esta época.
Con la idea de establecer líneas que tracen y ensayen otra forma de “estar”, surge el Nucleamiento como posibilidad de educación integral y de énfasis en la socialización de los alumnos como factor fundamental del desarrollo educativo.
La zona es propicia para ello: escuelas cercanas (distancia entre escuela y escuela de un máximo de quince quilómetros), cantidad de niños que asisten, zona de analfabetismo, pobreza y exclusión, pequeños productores y trabajadores zafrales.
Es un trabajo en territorio y plantea la integración de tres escuelas con características propias (atendibles desde las variables ya enumeradas),
pero que se transforman en variables constantes de las que participan muchas escuelas rurales del país. Se trata de compartir formas de ser y estar distintas a las que estamos acostumbrados a transitar en la escuela rural.
Se rompe con el aislamiento de alumnos y maestros, se propone el trabajo profesional cooperativo, alumnos aprendiendo juntos, todos los días, durante toda la jornada. Una comunidad que se apronta para emprender desafíos necesarios y posibles en la planificación del nuevo formato.
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