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Proyecto marco de lo expuesto en este artículo: “El agua como derecho humano, nexo de nuestro pasado y presente”.

Participantes: Beatriz Costa, Alfonso Machado, Sofía Paullier, Claudia Simon, Andrea Tommasino, Andrés Pereira, Juan Carlos Rodríguez y Laura Brum. Responsable: Daniel Conde.

El objetivo de este trabajo es presentar una experiencia de extensión universitaria, llevada a cabo en equipo por un grupo de docentes de la Universidad de la República, estudiantes de la Escuela de Artes y Artesanías (CETP-UTU) y las comunidades de una escuela del balneario Solís y una escuela rural de Solís Grande, ambas en Maldonado, con el fin de compartir y motivar el trabajo en torno al agua, los ecosistemas de los que forma parte y sus usos humanos.

El proyecto fue desarrollado entre marzo y noviembre de 2018 y su tema central era el derecho humano al agua, el cual fue abordado desde la integración de diferentes temáticas incluidas en el programa escolar vigente. Se trabajó con los ecosistemas acuáticos de agua dulce y con la historia arqueológica de la zona asociada a ellos, específicamente con la cerámica indígena. 
A partir de la integración de estos conocimientos, la experiencia se centró en el derecho humano al agua y al saneamiento. En este artículo presentaremos las actividades desarrolladas con el fin de conocer y valorar los ecosistemas de costa, monte ribereño, humedal y el río mismo desde su dimensión biológica, así como su integración al contexto de la normativa nacional en cuanto el agua como derecho humano, plasmado en la Constitución de la República en su artículo 47.

Publicado en Revista 161

El rol del maestro director está vinculado, en general, a todas aquellas acciones que suceden en una institución educativa, ya sean didáctico-pedagógicas, administrativo- organizativas o relacionadas a todo lo socio-comunitario. Esto implica planificar, organizar, dirigir, ejecutar, supervisar y evaluar la labor educativa. Además de coordinar funciones, estimular el trabajo en equipo y armonizar las distintas opiniones que se encuentran en una institución, el maestro director debe ser parte activa de ese equipo, codo a codo, con la suficiente cercanía para saber y conocer lo que sus alumnos necesitan; repensar el rol y priorizar cada día lo importante y urgente.

Es así que he transitado por algunas experiencias que me han enriquecido personal y profesionalmente. En esta búsqueda de encuentros con todo lo que sucede dentro y fuera del aula, me enfoqué en “hacer espacio” a otras propuestas donde me acerqué a ese mano a mano con los niños y niñas que habitan la institución. Para ello me replanteé mi espacio, el de ellos, la tarea, el cómo, el cuándo, el para qué y con qué generar una propuesta más personalizada, vivenciada desde el encuentro. Esto me llevó a la realización de un taller de expresión plástica, al que concurrían los niños y niñas en forma semanal.

La modalidad fue variada, en pequeños grupos de cuatro a seis integrantes o en forma individual según el caso. El encuentro podía ser en la dirección, en un salón de clase, en el hall, en el comedor o en el patio de recreo, y así se compartieron distintas instancias de creación y de expresión. En ese “hacer” pudimos dibujar, pintar en la mesa, en el piso o en un soporte vertical, crear títeres de mano y varilla recreando historias y diálogos que surgían espontáneamente, jugar con la luz y la sombra, mezclar colores, realizar juegos de mesa y jugar con ellos (dominó, tatetí, tableros con recorridos y soportes para embocar calculando puntajes), incrustar elementos naturales del entorno en enduido, fotografiar los rostros e intervenirlos; explorar variados materiales y diversas técnicas, mientras conversábamos de lo que nos pasa, de lo que sentimos o de lo que asociamos
en ese momento. Esa instancia de escucha y de decir, de pensar, proyectar y hacer, ese momento con muchos, con poquitos o a solas, se volvió cada
vez más interesante. Un espacio para uno mismo, para descubrir que lo que se produce, se hace en el tiempo que lleve hacerlo, dedicándole un pienso aquí y ahora, pero se deja y se retoma la semana siguiente con nuevas ideas.

Publicado en Revista 155
Viernes, 15 Julio 2022 15:44

Mi escuela. Veinte años de historia

Conocer nuestra escuela, cada espacio, su gente, sus diferentes roles, los elementos y objetos que podemos encontrar en ella, fue un trabajo muy interesante en un grupo de Nivel Cinco años de una escuela de la ciudad.
Se inició a partir de las actividades realizadas por el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente. La propuesta consistía en jugar a que éramos detectives y teníamos que investigar, observar, escuchar y preguntar pero, sobre todo, vivenciar y disfrutar. La idea fue apoyarnos en actividades que permitieran preguntarse sobre el entorno que los rodea, “vivir” el medio para modificar las percepciones que se tienen y, de esta manera, favorecer la participación creadora en la elaboración de su imagen. Fueron actividades vinculadas a la sensibilización, por lo que se tomó el ambiente escolar como tema principal en el vigésimo aniversario de la escuela.

Publicado en Revista 152

Prestar atención al medio que nos rodea, principalmente al patio de juegos del Jardín, y en él a un charco, un árbol, un tronco, un cantero, proporciona ricas experiencias. Especialmente cuando se les propone a los niños observar y estudiar diferentes especies, las interrelaciones que se dan entre ellas y la forma en que nosotros influimos.
A instancias de nuestra maestra directora, que había cursado varios talleres con la Mag. Beatriz Costa, nos propusimos trabajar conforme a las orientaciones que se establecen en la Guía metodológica para la Enseñanza de la Ecología en el Patio de la Escuela (EEPE). Se trata de una propuesta basada en la generación de conocimientos sobre la naturaleza mediante un proceso de indagación: la elaboración de una pregunta, el diseño de una acción y la posterior reflexión sobre las observaciones y los datos recogidos.

Se estimula el pensamiento crítico mediante el estudio de un espacio conocido, con vínculos afectivos que despiertan los sentimientos de pertenencia e identidad, como lo es el patio donde juegan. Este ambiente próximo, cotidiano, de libre acceso, propicio para poder desarrollar un ciclo de investigación, brinda la posibilidad de pensar en cómo son los organismos, las poblaciones, las comunidades y los paisajes del Jardín, elementos que están ante nuestros ojos, pero pasan desapercibidos si no son objeto de estudio.
Se busca que los niños profundicen su conocimiento del entorno de la institución, analizando algunas características del patio del Jardín y los seres vivos que en él se encuentran, las relaciones que se dan entre ellos y con el ambiente físico. Esa mirada desde otro lugar al espacio cotidiano debía también estimular el cuidado y el respeto por el medio en el que se mueven.

Publicado en Revista 152

Una tarde, al salir al patio del Jardín, algunos niños de cuatro y cinco años se agruparon en torno a uno de los árboles. Luego de unos minutos nos mostraron lo que habían visto y nos preguntaron qué era, ya que entre ellos había comenzado un pequeño debate sobre lo que había “aparecido” en nuestro patio. Era algo que no estaba allí días atrás. 
«De lo que se trata, en suma, es de utilizar ese deseo natural de conocer el mundo que todos los chicos traen a la escuela como plataforma sobre la cual construir herramientas de pensamiento que les permitan comprender cómo funcionan las cosas y pensar por ellos mismos. Y, también, de que el placer que se obtiene al comprender mejor el mundo alimente la llamita de su curiosidad y la mantenga viva.» (Furman, 2008)

Coincidiendo con este planteo se los motivó frente al hallazgo valorando la importancia de la observación, del estar atentos, y se les propuso investigar. Decidimos tomar el intercambio que se había generado para que expusiesen las razones que fundamentaban su aseveración: un grupo reducido decía que eran hongos, que ellos lo sabían porque en su casa a veces hay, y son hongos; otros niños sostenían que no lo eran, porque los hongos son rojos con puntitos blancos.

En este marco pensamos en las ideas que queríamos que construyesen: hay distintos tipos de hongos, son seres vivos y como tales interrelacionan con el ambiente. Se comparte el recorrido que se realizó.

 

Publicado en Revista 152

El juego es una actividad que se utiliza para la diversión y el disfrute de los participantes; en muchas ocasiones incluso como herramienta educativa. Los juegos son considerados como parte de una experiencia humana y están presentes en todas las culturas.
En el año 2017, en nuestra escuela se realizaron actividades de construcción de juegos en cuarto y quinto grado, con dos fines fundamentales:
► Mejorar la convivencia a la hora del recreo.
► Generar conciencia sobre el cuidado del ambiente y la reutilización de materiales.
Con material reciclado se elaboraron baleros, un futbolito, distintos juegos para embocar y conteo de puntos. En el patio del recreo se pintaron los tableros de cuatro en línea y de ajedrez. Las piezas están a disposición en el recreo y los niños se organizan para jugar con estos tableros gigantes. También se generaron tableros pequeños de damas, cebollitas y ta-te-ti, con sus respectivas instrucciones.
Este año, la escuela se embarca en otro aspecto: los juegos de mesa universales y multiculturales, que atiendan a aspectos como la estrategia, la utilización de análisis retrospectivos y prospectivos, juegos alejados en el tiempo y en el espacio, pero compartidos por distintas culturas, en diversos tiempos históricos.

 

Publicado en Revista 150

El presente proyecto surgió de un problema sentido y vivido por los niños del Tercer Nivel del turno vespertino de una escuela pública de la ciudad de Las Piedras: el exceso de residuos en el patio escolar. A partir de allí se desarrolló una secuencia de actividades de aula y otras acciones planificadas en el marco de este proyecto, tendientes a promover la reflexión y la toma de conciencia sobre nuestra influencia en la configuración del ambiente, proceso de ineludible análisis en la construcción de ciudadanía ambiental.

Publicado en Revista 147

En la actualidad, al tratamiento de los cambios demográficos tradicionales se le agrega lo que Rofman, Amarante y Apella (2016:179) designan
como «shocks exógenos a la demografía (cambios en el nivel educativo, cambios en el comportamiento que determina la participación femenina, mejoras tecnológicas, etc.)». La familia se redefine, cambia su concepto tradicional, varía su estructura, se vuelve inestable, situación que la trasforma como lugar consagrado de sus referentes. Al interior de estos grupos, tradicionalmente medulares para el desarrollo humano, ocurren variantes de diferente signo: el ritmo de fecundidad ha variado de modo considerable y ya no se registra el compromiso civil tradicional. Esto último es un factor encubierto, que se asume como nuevas configuraciones de unión, pero en ámbitos vulnerables es un elemento más de inseguridad.
De modo paralelo se originan cambios en el mundo del trabajo; radicales innovaciones imprimen una nueva centralidad a este mundo, que
lo convierte en un espacio incierto, con ofertas precarias, en general, carentes de regularidad. 
Su fluctuación produce transformaciones socioculturales muy significativas, en las que se involucra a todo el tejido social, y lo permea de modo ramificado y silencioso. No participar del mercado laboral, no ser un asalariado, hace vulnerable al sujeto y a su entorno. En oportunidades, esta situación es un aditivo que se imbrica de modo explícito con la vulnerabilidad biológica y cultural que se posee.
Lo enumerado explica exterioridades de una nueva caracterización del ser pobre, la que se quebranta como identificación amplia para representar situaciones o condiciones de vida de individuos. Los sujetos, vistos ahora de modo particular, conforman una nueva pobreza.
En esta coyuntura, ser pobre es un problema personal, se vive como una situación privada, y desde esta perspectiva se atiende desde lo 
institucional. No ser aportante de los recursos necesarios para mantener al grupo familiar que integra, califica al sujeto en primera instancia y, por añadidura, se extiende luego al grupo que integra.

Se viven tiempos de transformación en los que se hace necesario comprender: qué es lo nuevo, cómo se produce, qué repercusiones provoca
y cómo debe atenderse. Los aportes académicos quedan retrasados ante la emergencia de acelerados cambios, por lo que urge precisar una reconceptualización.
Lo nuevo que ocurre en el tejido social involucra al sistema educativo, ocurre en las veredas de los centros, y a la vez entra con los alumnos a los patios escolares, a las aulas. Lo emergente se visualiza en coyunturas que poseen historias de compromiso social. Las instituciones educativas se encuentran en estos escenarios.

Publicado en Revista 141
Miércoles, 26 Diciembre 2018 22:39

Tejemanejes...

Hace años que se nos viene diciendo que la creatividad es para unos pocos dotados, que artista “se nace”, que inventar es algo difícil, complejo y restringido, que solo hay una minoría de privilegiados creadores.
Sin embargo, no nos lo creemos, porque vemos y comprobamos que todos tenemos capacidades creativas y que el mejor modo de aprender a crear es empezar desde bien temprano a recorrer caminos nuevos.
No hay más que ver a nuestros alumnos en sus mil y una probaturas, tejemanejes, mezclas e inventos. En sus producciones de todo tipo: sus ciudades hechas con maderitas, sus casas para hormigas en el arenero, sus máquinas del tiempo, su “cemento puro” hecho con el barro del patio, sus tesoros, sus pinturas, sus secretos...

Publicado en Revista 133