Ya estamos en el inicio del mes de junio de un año que se presentó con muchos desafíos para el movimiento sindical en su conjunto, y para nuestra Federación en especial. Sabemos que este 2018, último año de Rendición de Cuentas de este gobierno, nos iba a tener y nos está teniendo en la lucha por lo que consideramos justo: LA DEFENSA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA. Año en el que nuestro país debe hacer el máximo esfuerzo por dotar a
la Educación de un presupuesto acorde a sus necesidades; y tenemos claro que no debe ser de menos de un 6% para ANEP y UdelaR. Basta mirar la inversión que hacen los países con los que muchas veces somos comparados... y sí... en ninguno de estos países es de un 6%, sino que es mucho más. Especialmente si se considera que nuestro país ofrece oportunidades educativas públicas a lo largo de toda la vida y en todos los niveles.
Esto da cuenta de que no vamos por un camino equivocado, se requiere un mayor presupuesto para la Educación Pública Uruguaya.
La Federación definió un plan de acción que vamos cumpliendo según las etapas. Al momento hemos tenido entrevistas con los partidos políticos de oposición con representación parlamentaria. La próxima semana seremos recibidos por el partido de gobierno.
En cada instancia planteamos el conjunto de nuestras reivindicaciones respecto a mejorar las condiciones de trabajo que redundarán en mejores condiciones de aprendizaje para los niños y niñas.
Hemos participado en instancias de negociación bipartita con el CEIP donde intentamos incidir en la creación de cargos, especialmente en el área de Educación Especial, tanto en la figura del Maestro de Apoyo como en la figura del Maestro Comunitario. Hemos abordado la situación muy preocupante de la gran carencia de auxiliares de servicio en muchas escuelas, especialmente en las escuelas rurales.
Son momentos en que debemos estar más juntos que nunca en todos los rincones del país, porque en todos ellos hay una escuela pública, por más alejado que sea el lugar.
Tengamos presente que esta es la última oportunidad con que contamos en este período de gobierno para profundizar nuestras conquistas y obtener nuestras reivindicaciones, y existe un límite constitucional para aumentar el gasto.
Las diversas complejidades que plantea la práctica han requerido algo más que la aplicación mecánica de la teoría. Ha sido necesario reconocer y evaluar la compleja situación a la que nos enfrentamos, entendiéndola como una situación problemática. Es decir, los problemas planteados por la práctica son singulares y requieren de acciones para resolverlos, de reflexiones sobre la misma y del conocimiento generado a partir de esa reflexión. Orozco-Hormaza (2003) plantea que esa reflexión docente es fundamental para la formación de los estudiantes en la práctica, ya que requiere, en primer lugar, la creación de situaciones novedosas que rompan con lo “habitual” y, en segundo lugar, la utilización de técnicas innovadoras para
la comunicación, la participación y la reflexión. Entonces, para que la reflexión coopere en la transformación de los “gajes” del oficio del rol del maestro adscriptor, no puede ser espontánea o esporádica. Debe ser, en cambio, intencional y planificada y, por sobre todas las cosas, debe ser crítica. En tal sentido: «Para Kemmis (1987), reflexionar críticamente significa colocarse en el contexto de una acción, en la historia de la situación, participar en una actividad social y tomar postura ante los problemas» (apud Contreras, 2001:121).
Ahora, la cuestión está en cómo llegar a un un auténtico proceso reflexivo. Al respecto, Smyth (idem) plantea que es necesario propiciar una mayor capacidad de cuestionamiento y seguir una lógica de concienciación progresiva. Es decir, reflexionar sobre la práctica significa ir desde la descripci ón hacia la búsqueda de las teorías implícitas en el quehacer diario, y luego de confrontar lo que se hace y sus causas, reflexionar sobre ellas, intervenirlas y mejorarlas; «reconstruir el sentido político que hemos aprendido a aceptar respecto a la función de la enseñanza, y configurar un nuevo significado para ésta...» (ibid., p. 126). En una escuela de práctica, esta complejidad se redobla al tener que habitar un espacio con un otro (maestro practicante) al que debemos acompañar, y que llega a la clase a abrir las puertas, dejando nuestras prácticas “al desnudo”. Pues en este intercambio, todo cuanto hay de mecánico y automático en el quehacer del día a día, y que generalmente se esfuerza por permanecer oculto, lejos del análisis, queda inmediatamente al descubierto, a la luz de la interpelación.
Se suele decir que los alumnos no comprenden, no infieren, no entienden lo que leen, que sus desempeños en Lectura están descendidos. Las evaluaciones que circulan por el sistema lo confirman.
¿Qué se hace o qué se hizo para cambiar estos supuestos? ¿En qué ha variado la intervención didáctica en estos años? ¿Qué cambios se han propuesto desde la planificación?
Muchas preguntas y apenas algunas respuestas que generan nuevas preguntas.
El camino reflexivo parece estar en la creación de itinerarios de lectura; se centrará nuestro trabajo en el más transitado de los géneros discursivos en la escuela: el cuento
La actividad fue realizada en la Escuela de Educación Artística, por las maestras y profesoras de Música y de Expresión Corporal Lisandra Bopp y María Luján Berón, con la participación de los niños de primer grado. Entendemos que es una propuesta que puede ser adaptada y trabajada
en los distintos niveles educativos.
En el presente artículo desarrollaremos dos actividades planteadas en la secuencia didáctica “Miradas con sorpresas”, que abarca tres disciplinas
del Área del Conocimiento Artístico: Expresión Corporal, Artes Visuales y Música, pues tenemos en cuenta el hecho de que esta área se divide en diversas disciplinas que pueden relacionarse entre sí sin perder la particularidad que define a cada una.
Decidimos realizar una secuencia para lograr la organización interna del contenido a ser estudiado, a efectos de que los niños lleguen a la construcción de un aprendizaje significativo y puedan atribuir significados de modo personal, teniendo en cuenta la etapa escolar que estamos trabajando. Esta etapa de crecimiento supone un “momento de equilibrio” en el desarrollo del niño, que del punto de vista psicológico se ha llamado “período de madurez infantil”. Desde ese punto recordamos a Piaget (1978) quien dentro de los “estadios de desarrollo del niño” nos posiciona en el Estadio Operatorio Concreto que postula que los niños de aproximadamente seis o siete años pasan por un cambio en la inteligencia, disminuyendo
paulatinamente el egocentrismo infantil, sustituido poco a poco por un sentido crítico en constante aumento, por lo cual fomenta que esa capacidad de observación y creación que estamos proponiendo en nuestras actividades, sea desarrollada con gran intensidad.
“A portón abierto 2016” es la denominación del Proyecto a través del cual se invita a maestros y alumnos a conocer un lugar patrimonial que ofrece una propuesta artístico-pedagógica como salida didáctica.
Este dispositivo se enmarca en la transformación de las Escuelas de Música en Escuelas de Educación Artística, compartiendo con ellas el cometido principal de generar espacios de conocimiento que incluyan los diferentes lenguajes artísticos, acorde a un modelo didáctico que integre la expresión, la creación, el análisis y la reflexión. En concordancia con las políticas educativas para el quinquenio, que consideran a la Educación Artística como
formadora de seres integrales, y explícitamente con la Ley General de Educación Nº 18.437 en su Artículo 13, inciso F) que expresa: «Fomentar
diferentes formas de expresión, promoviendo la diversidad cultural y el desarrollo de las potencialidades de cada persona», se nos plantea el gran desafío de generar auténticos espacios de vivenciar el arte como un derecho de todos los niños.
Un año más va llegando a su fin, un 2016 que estuvo, sin dudas, marcado por la mayor instancia democrática de la actividad sindical como lo son las elecciones de los integrantes del Secretariado Ejecutivo.
Un 2016 que nos encuentra ante una primera Rendición de Cuentas de un Presupuesto, como nunca antes, asignado por un período de dos años, que para la Educación, principalmente para la ANEP, plantea un recorte importante en su asignación, cercano a un 1% del PBI. Recorte que implica limitaciones no desde el punto de vista salarial, pues tenemos un Convenio vigente, sino con proyección especialmente en infraestructura y creación de cargos.
El juego ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad, y ha sido y es generador de cultura, de pautas y normas culturales
que se instalan en la sociedad y tiñen todas sus capas y estratos. De esta forma podemos entender que el juego reproduce las pautas culturales
vigentes impuestas por la cultura dominante, las reafirma; y a través de él podemos hacer una lectura de la sociedad y sus instituciones, de sus
vínculos, de sus formas de comunicación, de sus espacios de convivencia y de violencia.
Sin embargo, también a lo largo de la historia podemos encontrarnos con episodios que nos relatan y delatan otra faceta del juego, aquella
que lo coloca en la posibilidad de haber sido refugio de experiencias que amenazaban con cuestionar el orden establecido, como Las Fiestas
de Locos en la Edad Media.
Desde esta óptica, el juego aparece como un posible dinamizador de la cultura y como un portador de nuevas pautas culturales, que anuncia
la posibilidad de formas sociales distintas.
Si admitimos que esto es así, entonces consideramos oportuno plantear que esta “doble condición” del juego, esta doble posibilidad, implícita
en su esencia, de convertirse en reproductor de las pautas culturales vigentes y, a la vez, de ser portador de nuevas y distintas formas de
vínculo social, nos obliga a pensar en qué tipo de propuestas lúdicas consideramos los docentes que es necesario plantear para construir una
sociedad distinta, que conserve lo saludable y construya nuevos vínculos más solidarios y cooperativos.
Enseñanza de las ciencias naturales en tiempos de pandemia. Repensando contenidos, métodos... y finalidades
Artículo de Agustín Adúriz-Bravo. Instituto CeFIEC, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires
En muchos respectos, la pandemia de COVID-19 (“enfermedad por coronavirus de 2019”) es una más dentro de una larga lista de enfermedades graves (tales como distintas variedades de gripe, viruela, encefalitis letárgica, cólera, poliomielitis, infección por VIH y SARS) que en los últimos cien años tuvieron brotes que se extendieron hasta tomar escala planetaria, componiendo así el espeluznante promedio de un episodio pandémico por cada década y media. Sin embargo, la pandemia actual tiene algunas características que la sitúan en un lugar destacado. Las características salientes no serían, a mi juicio, ni su mortalidad, ni la movilización médico-científica en torno a ella, ni su alto coste económico, sino más bien otras tres: el alcance que la COVID-19 tiene en el espacio –y, según todas las previsiones expertas, el que tendrá en el tiempo–, la envergadura y contundencia de las medidas sanitarias adoptadas en muchísimos países para mitigarla y la sobreabundancia de información en tiempo real sobre su progreso.
La pandemia de COVID-19, con estos rasgos que le están dando identidad, ha impactado con fuerza en todos los modos de relación social, transformando de manera rápida y profunda la producción, el trabajo, el comercio, la recreación, el turismo, el transporte, etc. En particular ha afectado, desde las etapas más tempranas de su evolución, a la educación en todos sus niveles y modalidades. Como producto de la suspensión sine die de la asistencia a las aulas de los niveles inicial y primario, los escolares y sus familias se encuentran hoy inmersos en un prolongado período de excepcionalidad que los desafía al máximo. Por su parte, los maestros y maestras del Uruguay, en quienes pongo el foco de este artículo, se han visto, desde el inicio mismo del año lectivo, frente a la necesidad de planificar, ejecutar y evaluar su docencia en formatos que tenían poco transitados y meditados, y que por cierto causan ansiedad e incertidumbre.
Esta situación extraordinaria que atraviesa la educación inicial y primaria se nos viene encima con sus urgencias, que docentes, equipos directivos, personal auxiliar y supervisión han de solventar sobre la marcha, en el día a día. En el caso de los maestros y profesores –hay que decirlo sin tapujos– ello requiere que trabajen incluso más horas que las que lo hacían en tiempos de “normalidad”. Pero esta misma situación de interrupción de las rutinas aceitadas también nos da una buena oportunidad, al magisterio y a las formadoras y formadores, para reflexionar críticamente una vez más sobre la enseñanza de las ciencias naturales. En este artículo esbozaré brevemente algunas ideas teóricas y propuestas prácticas para acompañar tal reflexión. Mi exposición se alineará con tres de las grandes preguntas curriculares clásicas: ¿para qué enseñar?, ¿qué enseñar? y ¿cómo enseñar?
Completa el formulario, y suscribite a la revista QUEHACER EDUCATIVO