Los océanos influyen el clima terrestre a través de su intercambio con la atmósfera de grandes cantidades de calor, humedad y gases como el dióxido de carbono. Fluctuaciones en la magnitud de estos intercambios juegan un rol importante en determinar si el próximo invierno será excepcionalmente frío, el verano siguiente inusualmente cálido, o si se dará un evento El Niño.
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