En las Ciencias Sociales, el concepto de naturalización supone que los sujetos explican, justifican y otorgan sentido a la realidad social, sus prácticas sociales y sus concepciones, sobre la base de la naturaleza.
Esto habilita la imposibilidad del cuestionamiento y del debate acerca de todo lo que forma parte de lo social en sus distintas dimensiones. Es que lo “natural” no se cuestiona, existe. Esta lógica de explicación de lo social se instala como proceso que abarca todos los ámbitos de la cuestión humana. De esta forma se genera una mirada dominante y hegemónica del mundo social, que no concibe la agencia social (transformadora). El sujeto es percibido con carácter pasivo, como mero observador de la realidad social; y sus posibles intervenciones no generan cambios estructurales, sino meras innovaciones alineadas con lo que naturalmente está ordenado.
Asimismo cabe mencionar el vaciamiento político e ideológico que genera esta manera de concebir lo social. Da cabida a una perspectiva individualista, y no de construcción colectiva y participativa dentro del mundo social. En definitiva, todo proceso de naturalización paraliza a los sujetos y sus potenciales acciones transformadoras. En la actualidad, en Ciencias Sociales se ha abierto la puerta de la des-naturalización de lo naturalizado. Este proceso –que requiere de conciencia colectiva y propuestas de trabajo de de-construcción social e ideológica que no solo desenmascaren lo invisible, sino que lo fortalezcan– ha alcanzado el campo de la educación.
Las instituciones educativas son parte, física y simbólicamente, de la sociedad. Como tales han sido estudiadas, muchas veces, con una mirada que naturaliza todos los procesos que se desarrollan dentro y a partir de ella. Se han dejado de lado algunas dimensiones clave de análisis de la institución educativa como constructora de la estructura social. Esta se construye (en parte) a partir del logro de fines de estas instituciones. Estas se visibilizan a través de una infraestructura edilicia que se presenta ante los sujetos de forma material. Esa estructura, firme y flexible al mismo tiempo, cuando el sujeto transita por el proceso de socialización, no solo lo espera, recibe, cobija, retiene, constriñe, sino que lo conduce por el proceso individual y colectivo de subjetivación. La institución educativa, por lo tanto, es un agente socializador. Agente que aguarda de forma serena, pausada, quieta y paciente, la llegada de generación tras generación. Inerte pero dinámica aguarda para cumplir su fin último: la socialización de distinto nivel para nuevos grupos sociales. En este sentido, en este artículo se presentan distintas posibles dimensiones de análisis a partir de la pregunta: ¿Qué ocurre cuando el tejido social se transforma y entra dentro de la institución educativa?
Cada año, como maestro de sexto grado, tengo la enorme responsabilidad de potenciar los procesos de escritura de los niños que oportunamente recibo. En tal sentido, asumo de manera incuestionable la enseñanza que exige un alto compromiso profesional, y redimensiona en cada paso mi quehacer docente. Enmarcado en esta ardua pero satisfactoria tarea decido realizar algunos pequeños aportes sobre el abordaje de la escritura
en este grado, esperando que les sean útiles a otros compañeros docentes.
Se trabajó con el texto en forma recursiva para el análisis de la formación de palabras y de la ortografía para abordar los aspectos que desde la escritura deben ser potenciados, ya que todas las propuestas de trabajo tomaron como punto de partida el mismo texto, visto desde diferentes aspectos de la escritura. Por lo cual, una actividad está estrictamente relacionada con la otra.
Desde la perspectiva de una educación integral como la que se plantea en nuestro programa escolar, no es posible formar a las personas sin considerar todas las dimensiones que la componen. No nos podemos olvidar de que la sexualidad es una de ellas. Esta dimensión posee componentes biológicos, psicológicos, culturales, históricos y éticos.
En este artículo compartimos una experiencia realizada en el año 2013 a cargo de maestras de sexto grado, las que planificaron un proyecto de Educación Sexual integrando áreas del conocimiento y desde una formación integral.
El compromiso ético de las docentes con sus alumnos y alumnas determinó planificar una intervención para abordar un problema de nuestro
tiempo, que se hacía manifiesto en las actitudes, los juegos y los diálogos de los niños y niñas: la cosificación de la persona que reduce al ser humano a un objeto, modelos basados en la inequidad de género, abuso y explotación sexual naturalizada en la cultura cotidiana.
Las nuevas generaciones están en interacción con una gran variedad de discursos contradictorios que convergen en espacios que influyen en su
formación como personas; el mundo del consumo les ofrece todo, menos la dimensión humana, que no se compra, se educa y se crea desde el interior de la persona, para lo que se necesita contar con el compromiso y el acompañamiento de adultos referentes en el ámbito familiar y educativo.
Nuestro esfuerzo por lograr el mejor Convenio Colectivo que recoja nuestras aspiraciones se inició en el momento en que definimos cuál sería nuestra plataforma en el Congreso.
Y acatando, como siempre, el mandato emanado de nuestro máximo Órgano de Resolución, daremos nuestra lucha por hacer realidad todas nuestras reivindicaciones. Que a nadie le quepa la duda.
Desde la honestidad, la lealtad y la responsabilidad asumimos defender cada uno de los compromisos contraídos. Y es cuestión de estrategia no mostrar las barajas cuando se está jugando el juego trascendental, en el que más unidos que nunca debemos participar. Porque el juego es cosa seria, y lo jugaremos en serio.
Un juego tradicional viene a nuestra memoria: “Antón Pirulero”. Parafraseando sus estrofas afirmamos: cada cual, cada cual, que atienda su juego, y el que no lo atienda, pagará, pagará, una deuda de honor.
Estamos convencidos de que solamente en unidad, con movilización y con lucha, lograremos nuestros propósitos.
En la actualidad, al tratamiento de los cambios demográficos tradicionales se le agrega lo que Rofman, Amarante y Apella (2016:179) designan
como «shocks exógenos a la demografía (cambios en el nivel educativo, cambios en el comportamiento que determina la participación femenina, mejoras tecnológicas, etc.)». La familia se redefine, cambia su concepto tradicional, varía su estructura, se vuelve inestable, situación que la trasforma como lugar consagrado de sus referentes. Al interior de estos grupos, tradicionalmente medulares para el desarrollo humano, ocurren variantes de diferente signo: el ritmo de fecundidad ha variado de modo considerable y ya no se registra el compromiso civil tradicional. Esto último es un factor encubierto, que se asume como nuevas configuraciones de unión, pero en ámbitos vulnerables es un elemento más de inseguridad.
De modo paralelo se originan cambios en el mundo del trabajo; radicales innovaciones imprimen una nueva centralidad a este mundo, que
lo convierte en un espacio incierto, con ofertas precarias, en general, carentes de regularidad.
Su fluctuación produce transformaciones socioculturales muy significativas, en las que se involucra a todo el tejido social, y lo permea de modo ramificado y silencioso. No participar del mercado laboral, no ser un asalariado, hace vulnerable al sujeto y a su entorno. En oportunidades, esta situación es un aditivo que se imbrica de modo explícito con la vulnerabilidad biológica y cultural que se posee.
Lo enumerado explica exterioridades de una nueva caracterización del ser pobre, la que se quebranta como identificación amplia para representar situaciones o condiciones de vida de individuos. Los sujetos, vistos ahora de modo particular, conforman una nueva pobreza.
En esta coyuntura, ser pobre es un problema personal, se vive como una situación privada, y desde esta perspectiva se atiende desde lo
institucional. No ser aportante de los recursos necesarios para mantener al grupo familiar que integra, califica al sujeto en primera instancia y, por añadidura, se extiende luego al grupo que integra.
Se viven tiempos de transformación en los que se hace necesario comprender: qué es lo nuevo, cómo se produce, qué repercusiones provoca
y cómo debe atenderse. Los aportes académicos quedan retrasados ante la emergencia de acelerados cambios, por lo que urge precisar una reconceptualización.
Lo nuevo que ocurre en el tejido social involucra al sistema educativo, ocurre en las veredas de los centros, y a la vez entra con los alumnos a los patios escolares, a las aulas. Lo emergente se visualiza en coyunturas que poseen historias de compromiso social. Las instituciones educativas se encuentran en estos escenarios.
El Programa Maestros Comunitarios (PMC), que se desarrolla en las escuelas hoy denominadas A.PR.EN.D.E.R (Atención Prioritaria de Entornos con Dificultades Estructurales Relativas), cumple diez años, y con esta motivación decidimos compartir nuestra experiencia.
Este programa tiene como convicción que lo necesario es mejorar el vínculo escuela-familia y encontrar pedagógica y didácticamente los caminos
para que nuestros niños tengan el deseo de aprender, perdido por muchas causas.
Con el compromiso de todos los actores involucrados en el programa: grupo de referencia, profesores de Educación Física, maestros, padres y comunidad nos proponemos caminar juntos hacia una Escuela Comunitaria y trabajar en forma colaborativa.
Con familias diferentes y niños diferentes nos aventuramos a buscar otros encuentros. Es así que se hizo necesario explorar los caminos donde todos debimos generar espacios de participación, ser parte de, donde todos reflexionamos y donde debimos repensar cómo gestionar una nueva manera de hacer escuela a través de actividades circenses.
La idea surgió el año pasado cuando reunidas la directora, la maestra comunitaria y la profesora de Educación Física con el motivo de planificar para el grupo de integración del Programa Maestro Comunitario, decidieron comenzar a realizar actividades circenses una vez por semana y se escribió un proyecto titulado “Rompecabezas” que se transformó en una gran aventura pedagógica.
Se comenzó entonces a formar el grupo de integración compuesto por niños con las siguientes características:
► Escasa motivación para aprender.
► Baja autoestima.
► Tímidos.
► Desmotivados desde la familia.
► Problemas de conducta e integración.
► Dificultad motriz, cognitiva, socioafectiva.
A través de dicho proyecto se intentará fortalecer los aspectos cognitivos, motrices y socioafectivos, fomentando un desarrollo integral del niño.
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