Una escuela inclusiva es aquella que tiene como finalidad favorecer el éxito educativo de todos y cada uno de los estudiantes, es una escuela para todos y para cada uno. Es también una escuela que requiere de los docentes una constante reflexión sobre la propia práctica (organización, metodología, evaluación, elaboración y uso de los recursos, etc.), con el fin de mejorarla y dar así respuesta a las necesidades cambiantes de los grupos en general y de cada estudiante en particular.
En este modelo se pretende dar respuesta a las necesidades educativas de todo el alumnado, más allá de sus orígenes, culturas, situaciones, historias
personales, para hacerlos participantes activos de todas las actividades que se plantean en el contexto de la escuela.
Este planteamiento trae aparejada la necesidad de diseñar y desarrollar un currículo que se adapte desde el principio (“a priori”) a las características y
necesidades de los estudiantes, y también de potenciar propuestas de trabajo personalizadas. Se trata de identificar, desde el inicio, todas las posibles
barreras que le dificulten a cada uno el acceso al aprendizaje y a la participación, barreras que en definitiva impiden la obtención de logros y avances en el proceso educativo.
Avanzar hacia entornos educativos inclusivos requiere, entonces, realizar cambios que impacten en la organización y en la gestión de los centros,
cambios organizativos y metodológicos, cambios en el enfoque curricular y, por último, cambios en la evaluación.
El modelo de la diversidad, desarrollado por Rebeca Anijovich desde la perspectiva de “aulas heterogéneas”, implica la consideración de múltiples dimensiones para avanzar hacia el cambio.
La temática que se aborda supone un trayecto por disciplinas propias de las Ciencias de la Educación. Este campo de conocimiento permite encontrar el corpus teórico para conocer ese “ser docente” que no se restringe al acto de transmisión cultural. Es así que nos preguntamos: ¿Qué es “ser vocacional” y cuál es su vinculación con la identidad docente como profesión? ¿Qué relación existe entre identidad y profesionalización? ¿Cuáles son los desafíos que se evidencian en el ejercicio del oficio docente en tiempos complejos?
La elección de la profesión docente enfrenta dificultades. Muchas investigaciones (Robalino y Körner, 2005; García Garduño, 2010; Peri, 2012) evidencian algunos de los motivos por los cuales se desalientan los jóvenes: falta de reconocimiento social, prescripción controlada de la tarea, remuneración escasa, problemas sociales derivados de violencia en sus distintas manifestaciones, protestas de padres y alumnos. Son situaciones que revelan caras y contracaras de una sociedad que expande la realidad de su contexto y se permea en las escuelas (Davini y Alliaud, 1995; Fullan y Hargreaves, 1999; Tenti Fanfani, 2006; Gentili, 2013).
El programa vigente, presenta un concepto de género. La presencia de esta categoría –que irrumpe a finales del siglo XX como una más para el análisis, sobre todo desde el campo de las Ciencias Sociales– es novedosa respecto a los programas anteriores. Es un pasaje que se inscribe dentro de lo “políticamente correcto” o “lo justo” a la hora de introducir variables y pensar/nos como sujetos en pleno siglo XXI. En ese sentido, desde sus distintas fundamentaciones, nuestro programa habilita el pensamiento conceptual como sustento de muchos de sus ejes y contenidos. No es este un intento
de análisis sobre cómo debe abordarse este tema en las aulas. Es la intención de poner arriba de la mesa un tema que creemos es previo, la feminización del magisterio y sus motivos. Y el programa se presenta como la excusa perfecta.
La idea del presente ensayo es nombrar/nos a quienes dedicamos un mínimo de veinte horas semanales al aula, a la tiza y al pizarrón. Con unos perfiles y unos estereotipos que pueden dibujarse en el imaginario colectivo, con unas historias y unas elecciones que hicieron que miles de mujeres confluyéramos en el trabajo diario en las escuelas. Y si bien el personal auxiliar también está ampliamente feminizado, nos detendremos en las
maestras e intentaremos desarrollar algunas ideas de lo que implica (siglos XIX y XX como antecedentes que imprimen una fuerte impronta) el poblamiento de mano de obra femenina en una de las instituciones más universales y disciplinarias del proyecto moderno.
Claramente, no es azaroso el encuentro de miles en la elección de una profesión que parecería estar fuertemente marcada por nuestro género. Y ese es nuestro punto de partida.
Asumimos que hay riesgos y potencialidades en juego a la hora de elegir desarrollar este tema, y cabe aclarar que no pretende en absoluto ser un manifiesto de corte corporativo. Está escrito desde el compromiso de hacer visibles rasgos de identidad despojados de conservadurismo, y creemos tiene la riqueza de pensar sobre un hecho dado, pero de análisis ausente en nuestras trayectorias docentes.
Nos disponemos entonces a pensar con perspectiva de género desde nuestra profesión y sus aristas: su historia, sus modelos, la mujer como protagonista principal de la labor docente con la infancia en los últimos dos siglos y el devenir de esa historia ya entrado el siglo XXI.
El artículo que hoy nos convoca tiene como finalidad compartir una experiencia que surgió desde las posibilidades de combinar distintos actores y diferentes saberes disciplinares en un mismo marco pedagógico. Nos parece pertinente intentar compartirla en la medida en que, tanto a los niños y las niñas como a los docentes, nos permitió experimentar, crear nuevas maneras de entendernos, de pensarnos como escuela, como colectividad, como sujetos.
La experiencia se está desarrollando desde el año 2017 en una escuela de tiempo completo, ubicada en la Ciudad Vieja, con el 15% de su matrícula integrada por niños y niñas migrantes de otras partes del mundo (no habíamos reparado en aquellos que migran desde otras partes de nuestro país).
Como uno de los aspectos conflictivos expuestos en la memoria didáctica de años anteriores de la escuela, se señalaba “la existencia de gran población migrante”.
Esta afirmación fue un desafío para una dirección nueva en la tarea y en el lugar. Entonces comenzamos a buscar posibles estrategias para abordar la situación, que era vivida como “efecto distorsionador”. Nos preocupaba que la realidad de tener un alto porcentaje de niños y niñas migrantes fuera experimentada como un problema, al igual que el hecho de que la estigmatización cayera sobre los niños y sus familias. Así es que nos propusimos trabajar sobre el imaginario institucional.
«El imaginario matiza, tiñe y altera la relación que cada sujeto tiene con la institución, con los otros y con el trabajo específico. Los desplazamientos
de sentido que resultan de la actividad imaginaria operan, a veces, sosteniendo y favoreciendo la tarea. En otras oportunidades pueden constituirse en obstáculos para el desarrollo de las actividades.» (Frigerio, Poggi y Tiramonti, 1994:37)
Con el equipo de trabajo, durante los primeros días de clase, comenzamos a indagar ideas, sensaciones, historias de vidas (las de los docentes y las de los alumnos). Así empezamos a armar nuestro proyecto institucional, que se fue modificando, enriqueciendo y ampliando con el aporte de todos.
Surgieron los primeros colaboradores estratégicos, el Museo de las Migraciones, los aportes de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación con la presencia del antropólogo Leandro Piñeyro, el SOCAT Vida y Educación con la posibilidad del trabajo en redes.
Por otro lado, también estaban las ganas que tenía todo el equipo de trabajar en un proyecto desafiante que nos interpelara como profesionales, como ciudadanos del mundo y como seres humanos.
Con frecuencia oímos cuestionar la educación que hoy se ofrece en las instituciones educativas. ¿Nos preguntamos qué escuela queremos? Tenemos ideas respecto a la escuela que deseamos, pero es diferente la manera en que cada uno se la representa, la desea, se la imagina. Al momento de tener que describir ese ideal se agolpan representaciones que es preciso organizar y priorizar. Distintas realidades llevan a pensar que no podríamos hablar en singular.
No obstante ello, es posible identificar algunos rasgos comunes que deseamos encontrar en esa institución a la que llamamos escuela. Este trabajo recoge reflexiones que surgen de mi larga trayectoria docente, trabajando con colegas de diferentes áreas en instituciones educativas de todas
las jurisdicciones departamentales del país. Estas reflexiones se vieron enriquecidas por numerosas instancias de formación profesional y un constante
cuestionamiento. De allí conozco y comparto las posibilidades que tienen los niños de aprender más allá del contexto geográfico en que se ubique la escuela o de los hogares de donde ellos provengan.
Se puede, y lo demuestran docentes comprometidos (maestros, profesores, directores, otros supervisores) que reflexionan sobre sus prácticas, se ocupan (y no solo se preocupan) en su formación continua y encuentran espacios para debatir en la búsqueda de utopías que logran, muchas veces, convertir en escenarios posibles. Generalmente, estas situaciones se dan a partir de iniciativas que alcanzan continuidad, ya que ello es importante al momento de promover cambios. Se desarrollan en instituciones que tienen un modo de ser que no está determinado por el contexto sociocultural donde se encuentran, sino por la forma en que son pensadas y decididas por quienes las habitan, un modo de ser que les da una identidad caracterizada por un compromiso con la educación y con cada alumno. Al recorrer escuelas identificaba con claridad esas culturas institucionales diferentes.
Distinguía aquellas que eran producto de reflexiones y debates. Muchas veces se destacaba en ellas el liderazgo pedagógico del director, sustentado en su compromiso profesional y en el tejido que lograba construir trabajando con los docentes en equipo e integrando a los diferentes actores sociales. Estas instituciones trabajan para que cada niño sienta que tiene un lugar donde aprende y es valorado. Generan condiciones que propician la construcción del sentido de pertenencia y el compromiso de toda la comunidad educativa, y logran que cada profesional sienta que no está solo con sus decisiones. En este documento llamaré a esas instituciones “escuelas que se piensan”.
“Pensar la escuela” significa detener la marcha automática de prácticas naturalizadas, muchas de ellas interiorizadas desde las propias biografías personales, para plantearse la cuestión del sentido y la necesidad de una formación profesional continua.
Porque el acto de educar exige pensar la escuela como un espacio que incluye y que no condena a los niños por su origen, un espacio construido desde las posibilidades y no de las carencias, un espacio que se resiste a la reproducción de la desigualdad.
La educación es un acto político porque toma decisiones respecto no solo a cómo se distribuye el conocimiento, sino al reconocimiento de cada sujeto. Como afirma Frigerio (2007), la escuela hace política desde el momento en que toma la decisión acerca de qué distribuye, a quiénes y cómo.
Pensar la escuela exige interrogar las formas instituidas y explorar propuestas instituyentes identificando tensiones, límites y potencialidades. El hacer cotidiano de la escuela surge de esa interacción entre la regularidad naturalizada de lo instituido, las innovaciones producto de lo instituyente y una realidad conformada por sujetos que son productos de sus biografías personales con toda la complejidad que cada momento histórico y cada realidad social configuran.
En estos tiempos emergen diferentes voces que izan las banderas para cambiar la escuela; esta polifonía puede traer aparejados una serie de riesgos que debemos atender. Reconocemos la complejidad de lo educativo, por lo cual toda propuesta que simplifique la temática y proponga soluciones mágicas debería, por lo menos, ser mirada con un dejo de sospecha. Sostenemos firmemente la idea de que las alteraciones a la forma escolar pueden ser el umbral que haga transitar a los diferentes colectivos docentes hacia la construcción de una escuela para todos, pensada en términos
de justicia, alejados de la dicotomía exclusión-inclusión tan presente en los discursos sobre lo educativo.
Las alteraciones a la forma escolar y todos los cambios que se plantean e impulsan, deben ser pensados reconociendo explícitamente el rol protagónico que las maestras y los maestros deben desempeñar en los mismos. Impulsar experimentaciones y cambios, así como su difusión e intercambio, es fundamental para promover, desde esa instancia, los sustentos prácticos que respalden las mejoras educativas esperadas desde los ámbitos de decisión, tanto en las esferas técnicas como en las administrativas y políticas.
Elaborado por el Grupo de trabajo e investigación sobre Forma escolar y Experimentación pedagógica, coordinado por el Dr. Felipe Stevenazzi e integrado por: Florencia Ascárate, Eduard Conrado, Victoria Díaz, Helen Dorrego, Juan Pablo García, Yohana Muñoz, Fernanda Settimano, Daniela Velázquez, Maria José Volpe, Shirley Young.
En este breve artículo pretendo describir y valorar una experiencia de cualificación de maestras y maestros uruguayos de educación inicial y primaria en servicio, que ha sido encarada a partir de actividades de introducción a la investigación en didáctica de las ciencias naturales. Tal experiencia, sostenida a lo largo de una década, pone el foco en que un grupo de maestras y maestros con distintos tiempos de tránsito por el sistema educativo indaguen críticamente sobre sus propias prácticas de aula, utilizando para ello algunas herramientas teóricas y metodológicas tomadas del campo de la actual investigación educativa.
Se trata de la puesta en funcionamiento de un colectivo de trabajo, conformado por una docena de maestros de escuelas públicas de diferentes regiones del Uruguay, que se reúnen periódicamente, acompañados y ayudados por diversos asesores, para repensar las estrategias de enseñanza que implementarán en sus clases a la luz de los insumos conceptuales y prácticos provistos por la didáctica de las ciencias naturales como disciplina académica. El encuadre es, como adelanté, la “inducción” de estos maestros en algunas prácticas de investigación didáctica específica. El lugar que puede ocupar la investigación (algunas veces científica y, mucho más a menudo, educativa y didáctica) en la formación inicial y continuada, y en la
labor diaria del profesorado, es controversial. Ha sido discutido desde diferentes posicionamientos teóricos, profesionales y políticos (ver, por ejemplo, el texto fundacional de Porlán Ariza [1987] o dos revisiones más recientes: Ceniceros Cázares [2003] y Solbes et al. [2018]). Al respecto, en la literatura pedagógica pueden encontrarse posturas que van desde separar la “noosfera” de la investigación educativa y la praxis profesional del maestro, señalando sus lógicas disjuntas, hasta afirmar que la investigación de las propias prácticas es el rasgo caracterizador de los docentes entendidos como profesionales críticos. Entre estos dos polos conviven diversas miradas intermedias.
En la amplia bibliografía disponible es dable identificar consenso sobre que resulta necesario que las maestras y los maestros cuenten con un «conocimiento consciente, racional, y en cierta manera científico, de los procesos y elementos más significativos del aula» (Porlán Ariza, 1987:65). Sin embargo, hay posiciones encontradas en torno a si la investigación sobre la enseñanza, en alguna de sus múltiples modalidades, es un medio necesario o suficiente para la construcción de tal conocimiento.
Para describir y valorar la experiencia que recupero aquí, voy a considerar que, para los maestros, la investigación didáctica constituye solo un modo más de reflexión y de acción sobre sus prácticas docentes reales, con valor formativo y profesionalizante. Tal modo, no exento de dificultades, tendría algunos aspectos valiosos que me interesa rescatar. En este sentido, desde el inicio de este artículo pretendo afirmar que hacer investigación didáctica no es, en mi opinión, ni un requisito indispensable para el currículo de formación del profesorado, ni una estrategia o contexto privilegiado para su profesionalización, ni un rasgo particularmente constitutivo del colectivo docente como tal.
En las páginas que siguen, quiero entonces discutir las características del dispositivo de cualificación docente en el que estoy implicado, y revisar su relación con la profesionalización de las maestras y los maestros participantes.
Este trabajo presenta una síntesis de la investigación Trayectorias educativas de estudiantes de formación docente magisterial en Uruguay: análisis de narrativas biográficas sobre la experiencia de estudiar y la construcción de identidad docente en un centro de Montevideo. Su eje de interés refiere al campo temático de la construcción de la identidad docente, por la importancia que posee dicho proceso (cómo se aprende a ser docente) en sus prácticas profesionales y también en las posibilidades de generar procesos de transformación pedagógica en contextos de cambio de las realidades
educativas (Hernández, 2010; Pérez Gómez, 2010 y 2012; Tenti Fanfani, 2010; Sancho et al., 2014; Murillo Arango, 2015).
En el escenario de los aspectos de la formación docente que actualmente requieren atención académica, se interesa por las relaciones que existen entre
los espacios de formación preprofesional y el proceso de construcción de su identidad. Los docentes que hoy se están formando educarán al menos en los próximos treinta años, de ahí la importancia de aproximarnos a cómo aprenden a ser docentes en esta fase inicial y a cómo ello puede potenciar o no dinámicas de cambio en las prácticas pedagógicas en las instituciones de inserción profesional.
Compartimos la idea de que la identidad docente no es estática ni fija (Hernández y Rifà, 2011b), que tiene influencias múltiples que hacen a su propia biografía y experiencia de estudiante (Goodson, 2004; Bolívar, 2007), que en ella opera tanto una dimensión personal como otra colectiva o social (Hargreaves, 1996; Marcelo y Vaillant, 2009) y que existen al menos cuatro momentos clave: uno previo al ingreso a la formación, otro que son sus estudios formativos, un tercer momento constituido por las prácticas de enseñanza y el último que son sus primeros años de docencia (Bullough, 2000).
En este caso, el foco estuvo puesto en aproximarse a cómo las estudiantes de magisterio del Uruguay construyen su identidad como futuras profesionales en el contexto de un Plan de estudios (2008), de un centro de formación en particular (Institutos Normales de Montevideo) y de una formación en transición hacia un estatus universitario. A partir de las conclusiones y preguntas que quedaron planteadas en una investigación
anterior (Pérez Gomar y Caneiro, 2013) y de mi rol como docente de dicho centro, se reconocen el valor y la importancia de la experiencia de la trayectoria estudiantil en ese proceso identitario.
Esto no significa desconocer la complejidad del proceso de construcción de identidad docente, donde intervienen múltiples factores. Lo que se quiso visibilizar es cómo los tránsitos (trayectorias) por los planes de estudio y por ciertas dinámicas formativas institucionales e institucionalizadas constituyen un aspecto relevante en los aprendizajes de una profesión, cuestión que suele omitirse en las discusiones sobre cambios curriculares y que son más difíciles de identificar.
Existe una micropolítica institucional que silenciosamente produce subjetividades en torno a la idea de lo que significa ser maestra, sus posibilidades, potencialidades y limitaciones. Que además trasciende las intencionalidades explícitas de un perfil de egreso, incluso muchas veces entrando en contradicción con él (Pérez Gomar y Caneiro, 2013). Los recorridos personales por los planes de estudio y las instituciones formativas dejan
huellas y marcas, que se trasladan al momento de la inserción profesional. Por eso nos interesan las experiencias como estudiantes, ya que también pueden permitir o clausurar las posibilidades de innovación o cambio, que se suelen perder cuando se integran a un centro que posee sus propias lógicas (Chapato y Errobidart, 2008 y 2011). Porque además existe cierta tendencia a reiterar lo que se aprendió durante años de formación inicial y escolarización (Lortie, 1975; Huberman, 1992). Podemos decir entonces que en esa trayectoria y experiencia formativa se construyen posicionamientos personales sobre lo que significa ser docente, lo que sucede en un marco de permanentes tensiones propias de la dinámica de formación de la que son sujetos/sujetados. La visibilización de estos aspectos a partir de sus narraciones autobiográficas nos ayuda a aproximarnos a las posibilidades de constituirse como agentes de cambio para transformar la escuela (y, por lo tanto, la educación), siempre y cuando se logre manifestar ese deseo.
Escribir para el número 150 de nuestra revista QUEHACER EDUCATIVO me hace pensar acerca del significado que representa para el magisterio uruguayo que, a lo largo de casi treinta años, nuestro sindicato haya podido construir y sostener tanto conocimiento a través de la reflexión del quehacer en el aula, y generosamente compartirlo.
Lo primordial de esta fecha es la conmemoración de la profesionalización docente, y el compromiso incondicional de miles de maestros de todo el país.
La posibilidad de contar con un espacio académico, donde los docentes uruguayos puedan sistematizar sus investigaciones educativas para generar mejores prácticas en sus aulas, es realmente un orgullo para el magisterio nacional.
Miles de trabajos se han publicado en todos estos números, mostrando que se puede generar nuestra propia pedagogía, y que se pueden compartir, con el resto de los docentes, experiencias que desencadenan intercambios de ida y vuelta a través del ensayo y del error; esto es aprendizaje colaborativo digno de celebrar.
Nuestra revista ha tomado nuevos desafíos: a partir de las necesidades de los maestros de hoy, se han elaborado charlas de apoyo a concursantes, materiales específicos para cada área disciplinar, libros fruto de los equipos permanentes de investigación.
Seguramente, hace mucho tiempo, hubo algunas dudas cuando se resolvió poner en marcha un proyecto sindical que apostaba no solamente a las reivindicaciones salariales; pero hoy, tantos años después, la historia nos muestra que estábamos muy acertados, y que continuar por este camino es lo más apropiado.
Desde mi lugar quiero agradecer a cada uno de los maestros y trabajadores, que hacen posible que nuestra querida revista siga siendo la voz del magisterio nacional.
Por nuevos desafíos que nos esperan, hoy celebramos juntos, ¡salud!
Mtra. Elbia Pereira
Secretaria General de FUM-TEP
DIA DE LAS/LOS TRABAJADORAS/ES
Vivan las y los trabajadores! Las y los abrazo queridas compañeras y queridos compañeros.
Luego de dos largos años sin poder abrazarnos y encontrarnos como nos hubiera gustado, hoy estamos aquí celebrando un nuevo día de las y los trabajadores. Acá estamos reivindicando una vez más, el rol de las y los trabajadores en la construcción de una democracia más justa, solidaria, donde nadie quede por el camino.
Permítanme, hacer un alto y evocar con un aplauso en memoria de los más de 7200 uruguayos y uruguayas, de tantas y tantas familias que perdieron un ser querido, porque esos números que veíamos en las estadística, eran abuelos, hermanos, tíos, sobrinos, hijas o hijas. Permítanme aplaudir a las y los enfermeros, nurses, auxiliares de limpieza, médicos, doctoras, personal de CTI, trabajadores de la salud pública y privada que estuvieron en la primera línea de lucha.. A ellos, a ellas, nuestro eterno reconocimiento.
En todas partes del mundo se recuerda, se evoca y se lucha. Valoremos, valoremos, lo que conquistaron nuestras bisabuelas y nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros tíos y nosotras y nosotros mismos. Los consejos de salarios, el aguinaldo, el salario vacacional, las 8 horas para el peón rural, la representación de trabajadores en el BPS y en la vieja Junta de Empleo, germen del Inefop, en la enseñanza pública…. Y no nos olvidamos, porque somos independientes pero no indiferentes ni tontos, en qué período histórico se dio cada conquista. No pegamos al grito, razonamos, argumentamos. Y somos leales. Damos la cara. Lo sabe este gobierno, los anteriores y los anteriores. El movimiento sindical da la cara!!!!
Durante estos dos años, con una de las peores crisis sanitarias de los últimos cien años, el movimiento sindical estuvo a la altura de las circunstancias históricas, en su apoyo a quienes más lo necesitaban. Estuvimos y estamos, organizando y contribuyendo con ollas populares, con organizaciones sociales, en cada lugar que se necesite. Y somos las mismas y los mismos que sin olvidar la lucha y la defensa de los derechos de toda la clase obrera, nos remangamos para lograr ser de los primeros países de Latinoamérica en abrir nuestras escuelas en forma segura. Para que las niñas y niños, que son el centro del proceso educativo, pudieran retornar a clase en forma segura, sabiendo que en momentos de crisis social y económica las escuelas son faro de resguardo, de protección y de cuidado.
La pandemia dejó al descubierto las profundas desigualdades de un sistema que permitió que algunos se siguieran enriqueciendo y que muchas y muchos cayeran en la pobreza y en la pobreza extrema, golpeando sobre todo a los hogares más vulnerables, que de un día para el otro quedaron sin la posibilidad del trabajo. Señoras y señores representantes del gobierno, ustedes ya nos han escuchado. No son opiniones o frases “cargadas de ideología” como algunos escribas repiten. Lo demuestran los números. Como dice la canción: “Unos muchos y otros nada y eso no es casualidad”, como dice “La Rastrojera” de Marcos Velazquez.
Quisiera saludar también a las miles de compañeras que en su lucha feminista posicionan, reclaman y exigen más lugares de participación genuina para las mujeres en espacios de decisión. Un especial reconocimiento a esas mujeres trabajadoras que día a día construyen sueños y transforman el país con su inteligencia y fuerza. Un abrazo a las empleadas domésticas, a las trabajadoras rurales, del arte, de la ciencia y tecnología, a la maestras, profesoras, policías, personal de la salud, del comercio, a las trabajadores sexuales, a las del deporte, de la metalurgia, de la construcción y a cada mujer trabajadora, que día a día levanta la bandera de los derechos y la igualdad.
¿Dónde estamos ? es la pregunta que nos vinimos a hacer hoy
Compañeras y compañeros hoy la gran pregunta que nos vinimos hacer para reflexionar en conjunto es ¿Dónde estamos ? y sobre todo hacia dónde
queremos ir como sociedad. En los primeros tres meses de este año, se consolidó y reforzó la pérdida de salario real y de poder de compra de
trabajadores y trabajadoras. En este primer trimestre el IPC aumentó un 4,4% y los alimentos un 7,1% cifras extremadamente altas considerando los ajustes recibidos por trabajadores públicos y privados. Hablando en criollo, como aprendí en Soriano; cada vez que vamos al almacén o al super nos venimos con menos. ¿ Es así o no es así?
A esta pérdida de salario real tenemos que sumarle el aumento sostenido de la inflación y las medidas tardía e insuficientes del gobierno para evitar que quienes movemos la rueda de la producción, del crecimiento y del desarrollo sigamos perdiendo. Y como movemos la rueda no le ponemos palos, Sino no anda. Un dato más, tanto en 2020 como en 2021 el salario real promedio cayó y está a más de 4 puntos por debajo del nivel que tenía en 2019, antes de que asumiera el nuevo gobierno.
Esto no es un mero capricho por querer acumular, es una cuestión de justicia, y en cientos de miles de hogares, se trata de poder sobrevivir. Hoy reclamamos por quienes con su trabajo diario no pueden llegar a fin de mes, y sobre todo estamos aquí para pedir que se creen más puestos de trabajo porque estamos convencidas y convencidos que la creación de empleo es un derecho humano fundamental y una necesidad irrenunciable si pretendemos avanzar por el camino de la equidad, la dignidad, la justicia y donde todas y todos tengamos verdaderas oportunidades.
La única certeza de estos tiempos es que: Aumentó todo y hay uruguayas y uruguayos pasando mal. Y no vengan a decirnos ¿donde están? Solo levanten la vista, piensen en los jubilados, en aquellos que después de haber trabajado toda una vida, hoy tienen que hacer magia para subsistir.
Por esta razón quiero, una vez más, resaltar que las medidas anunciadas por el gobierno son insuficientes y llegan tarde. Con panza a medias o vacía, sabemos que cuesta aprender.
Y la verdad, no nos queremos acostumbrar a que nuestra gente pase por esto, de ninguna manera. Estas medidas tampoco abarcan a todos los hogares y ni siquiera a todos los ocupados. Los trabajadores informales, los trabajadores por cuenta propia, monotributistas y demás uruguayos que viven de su trabajo, claramente quedan por fuera. Reivindicamos al profesional universitario como trabajador.
Actualmente una gran parte de ellos sufre por un sistema jubilatorio desajustado a la realidad actual del profesional y en muchos casos vulnerando su derecho al trabajo, por no poder llegar a un ficto, entre otras cosas; dejando a su vez, algunos sectores de profesionales indefensos ante la imposibilidad de ejercer y desempleado. Esto también afecta a la ciudadanía en general ya que propende a disminuir la diversidad en la elección de servicios.
Esta es una realidad que debe ser encarada por todo el sistema político sin más dilaciones.
Más que nunca necesitamos políticas que aseguren que nadie quede relegado
Quiero reivindicar también, el compromiso de esta central única de trabajadoras y trabajadores, con el diálogo y la mano tendida al gobierno para
construir los mejores acuerdos. Por eso entendemos que el lugar para debatir estos elementos, es el ámbito de la negociación colectiva. Esto significa
construir democráticamente, no se pueden transformar los ámbitos de negociación colectiva en un lugar donde se informa lo ya decidido.
Luego de consolidada la LUC, porque así lo quisieron la mayoría de los uruguayas y uruguayos, parece que el gobierno ha decidido transitar por la
construcción de una transformación de la educación pública. Por estos días está impulsando una reforma sin participación de los profesionales de la
educación que día a día están en las aulas. Ah…Es cierto, convocó a una ATD de todos los subsistemas el mismo día, jueves 28 de abril pero una real
participación es mucho más profundo que presentar un documento y discutirlo en un solo día. Dialoguemos de verdad, dejemos la ficción para el cine y los libros.
Desde siempre los sindicatos de la educación hemos estado a disposición para dialogar, transitar y construir de manera conjunta, entendiendo que en
educación no puede obviarse ninguna voz.
La pandemia nos demostró que con docentes y funcionarios se puede contar, que trabajar desde la casa no es más fácil como algunos dicen, es mucho más complejo sostener la familia mientras se trabaja, se pudo lograr gracias al gran esfuerzo de los trabajadores de la educación, mi reconocimiento a cada uno de ellos.
Sabemos que los recortes de la educación afectaron directamente a la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes, hay muchísimos menos
grupos en la UTU, y en Secundaria, el número de estudiantes por grupo es mayor, el rubro comedor quedó sin incremento, y en medio de todo esto no obviemos la injerencia del MEC dando pautas para un título universitario sin formación universitaria.
Pero la pandemia también demostró que la escuela sola no puede y no debe poder, en este sentido, empezamos a observar los impactos en la salud
mental, en la de nuestras y nuestros chiquilines, en las de sus familias, y por supuesto, en la de trabajadores y trabajadoras. Creemos que este tema debe plantearse seriamente, como un aspecto estructural de la vida de nuestra sociedad.
Hace pocos días se dieron a conocer datos sobre la violencia en los hogares, vemos con preocupación ese 43% que tiene cara de niña, niño y adolescente a quienes como sociedad debemos proteger. Porque erradicar la violencia infantil no puede ser solamente un slogan publicitario. Porque el crecimiento de la pobreza y la violencia infantil está perjudicando directamente a nuestras infancias. Si no podemos trabajar para revertir estas crudas realidades estaremos condenados como sociedad a sufrir las consecuencias.
A su vez, es fundamental que el sistema de cuidados de nuestro país no siga en un proceso de deterioro, y precarización de las condiciones laborales de trabajadoras y trabajadores. Es gracias a los cuidados que, ancianos, mujeres jefas de hogar, personas en situación de discapacidad, pueden tener una vida digna. Sin olvidar que gran parte de la población a la que van dirigida estas políticas tienen menores a cargo, en edad escolar.
Necesitamos que de una vez por todas exista la voluntad política para llamar a un gran diálogo nacional por la educación pública, que se convoque
ampliamente y sobre todo que el debate educativo quede fuera del rédito electoral. Debemos construir acuerdos a largo plazo, de aquí a los próximos 20 ó 30 años. Esto requiere mucho diálogo y paciencia porque los cambios en educación no son de un día para el otro, ni con imposiciones.
Tenemos otra gran preocupación que queremos decir con claridad, rechazamos la persecución sindical y a la caza de brujas hacia profesionales de la educación comprometidas y comprometidos con la educación pública uruguaya. La lógica del amedrentamiento ejemplarizante no debe primar nunca en una democracia consolidada como la nuestra. El debate y la discrepancia tienen que tener espacio siempre, pero esto es insostenible.
Saben que el movimiento sindical es solidario y desde sus raíces tiene claro que el problema no es con una organización sindical, es con todo el PIT-CNT, respaldaremos a nuestros compañeros y compañeras hasta el final, pero les queremos decir frontalmente que la grieta a la que hacen referencia todos los días, las construyen con acciones de difamación, persecución y permanente desprestigio.
Finalmente compañeras y compañeros, luego de estos últimos tiempos, donde hemos dejado toda nuestra militancia en defensa de nuestros derechos y de los que menos tienen para que “los más infelices sean los más privilegiados”, renovamos el compromiso de avanzar en esta dirección.
El movimiento sindical mantiene intacta la memoria, por justicia por los desaparecidos y nunca más dictadura!!!
Porque hoy, al igual que todos los días, es un día de lucha y también de celebración, por la unidad de nuestro movimiento sindical, para seguir siendo
constructores de esperanza y sueños colectivos, para continuar persiguiendo la justicia, la solidaridad y la defensa de nuestros derechos.
VIVAN las y los trabajadores
Que viva el PIT CNT
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