La práctica docente requiere de una visión abierta, crítica y reflexiva sobre el quehacer diario.
Con el tiempo nos familiarizamos tanto con nuestra tarea, que corremos el riesgo de dejar de plantearnos nuevos desafíos, de buscar otros horizontes, de pretender algo más que lo que hemos logrado hasta ahora.
Muchas veces nos centramos tanto en lo que no alcanzan o no logran nuestros alumnos, nos esforzamos y nos concentramos en lo que pretendemos que adquieran, que nos olvidamos de que cada uno de nuestros alumnos de Educación Especial tiene fortalezas, y que descubrirlas es el primer paso para potenciarlas y ayudarlos a que se destaquen a través de ellas.
Todos tienen algo que les resulta fácil, que no les cuesta y que además disfrutan, y nosotros podemos identificarlo.