Ensayo en el que el autor afirma que las identidades culturales son construcciones que se fundan en una memoria colectiva y en formas simbólicas compartidas -percepciones, sensibilidades, representaciones- que se configuran y expresan como urdimbre de sentimientos de arraigo y/o de pertenencia.
Plantea la existencia de una relación entre identidad y socialidad, rostro y máscaras, y es siempre problemática.