La situación socioeconómica que reproduce pobreza y marginalidad, construye e inyecta en la sociedad una violencia que se corresponde directamente con las injusticias socioeconómicas y políticas existentes y debido a ello las “fiestas deportivas” se convierten en pesadillas y en fiel reflejo de la institucionalización de la violencia.
Este ha sido el caso del fútbol en los últimos años. Intentemos –por lo tanto– otra mirada. La Copa Mundial de Fútbol siempre ha sido para alumnos, estudiantes y población en general una “fiesta” en la que durante veinte días se viven apasionadamente resultados, posibilidades reales e
irreales, apuestas, juicios deportivos, opiniones enfrentadas, penales, nombres de famosos jugadores y la discusión de infinitas combinaciones vencedoras.
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