En el artículo se aborda el lugar de la enseñanza de la Física en las escuelas y su indudable importancia; lo hace compartiendo anécdotas de dos personajes.
Propone que los fenómenos físicos más simples, acompañados de una interpretación teórica sencilla pueden ser muy estimulantes. Afirma que una selección adecuada de los ejemplos y las explicaciones pueden ser suficientes para dar una idea del modo de pensar de los científicos.